*POV Camila
-yo creo que la chica debería estar consiente de que el ángel estará siempre con ella. -dije con mi voz temblorosa.- aunque ella no lo pueda ver.
Taylor: pero la chica quiere abrazar a su ángel una vez más y conversar con él. -respondió.
-apuesto que el ángel también quiere eso. -sonreí.- y que hará todo lo posible para visitar a la niña.
Sonreímos y dejamos los personajes atrás, mientras intercambiábamos un gran y fuerte abrazo.
Taylor: y bueno, qué nota para mi imaginación!? -bromeó, alejando el clima triste.
-wow, un diez, con seguridad. -jugué con ella, riendo.
Taylor: vaya, soy tan creativa y tierna que podría casarme conmigo misma. -tiró su cabello hacia atrás. Comencé a reírme y le lancé una almohada.- pero a Drew no le gusta la competencia. -guiño.- igual que a mi hermana, así que es mejor no estar demasiado cerca una de la otra para que la estresadita no haga berrinche -jugó.
-yo quería escucharla hacer berrinche. Quería escucharla decir cualquier cosa. -Suspiré.
Taylor: extrañas mucho a esa peste, no? -asentí.- yo también. -respiró profundo.- pero ella necesita quedarse presa, para conseguir su libertad, si es que me entiendes.
-lo sé. -le di una sonrisa débil.
Y cerramos el asunto.
De noche, como siempre, es cuando mi cabeza tiene el tiempo suficiente para pensar en diversas tonterías. Sentada sola en el jardín, viendo la noche estrellada, deseé con todo mi corazón que Lauren estuviera a mi lado.
*POV Lauren
Viendo el techo blanco del cuarto que parece más una prisión, recordé la sonrisa tierna y los ojos llenos de sueños de la niña más increíble que pude conocer. Me senté, tomé mi guitarra, un cuaderno, un lapicero y comencé a garabatear unas frases sueltas, mientras intentaba encajarlas en alguna melodía que pueda hablar por si sola. Antes de desenvolver la mitad de la canción pequeñas lagrimas recorrían mi rostro, obligándome a detenerme. Respiré hondo y vi mi reflejo en el espejo. Los ojos rojos y el rostro húmedo me hacían sentir pena de mi misma.
Ahora llora idiota. Si hubieses sido lo bastante inteligente para alejar las drogas no estarías aquí ahora. Estarías en casa. Con ella en tus brazos.
Mi conciencia gritaba. Tirando en mi cara la más pura verdad de todas.
-qué estás haciendo ahora, mi amor? -susurré, hacia la nada. Esperando obtener una respuesta, que, obviamente, no llegó.
Escuché tres golpes en la puerta y sequé rápidamente mi rostro. Bianca entró, a pasos lentos.
Bianca: llorando otra vez? -alejó mis cabellos cuando se acercó. Asentí.
-no tengo como hablar con nadie de afuera? -pregunté, por cuarta vez esta semana.
Bianca: ya discutimos eso. -me vio con un tipo de negación.
-pero debe haber alguna forma. -dije con un poco de esperanza.- tú podrías ayudarme, si quisieras.
Bianca: discúlpame, pero no puedo. -se encogió de hombros.- entiende, por favor, es mi trabajo.
-entiéndeme tú. -exploté, hace mucho necesitaba hacerlo.- es la primera vez que me enamoro de alguien y cuando finalmente lo asumo me traen a esta prisión. -me levanté, exaltada.- ahora faltan pocos días para que Camila se vaya y yo ni siquiera podré despedirme de ella. -pasé las manos en mi cabello.- me estoy volviendo loca aquí adentro, no aguanto más este olor a hospital, este cuarto sin gracia y ni a la mayoría de las personas de aquí. Esto es peor que el infierno. -exageré.- y la única persona en esta basura que dice ser mi amiga no se arriesga por mi.