*POV Camila
El año pasó rápido, Lauren y yo nos comunicábamos como pudiéramos, vía cartas o por internet. Es increíble como, aun sin verla, el amor parece haberse duplicado. Me enteré que tuvo que pagar mucho para poder conseguir el viaje. Y por esa razón no me gustaba cuando me enviaba algún regalo, porque tira el dinero que está economizando para poder venir. Sin embargo no puedo negarme que siempre es bueno recibir algo que ya estuvo en sus manos. En cuanto a su tratamiento ya lo terminó, hace cuatro meses que viene normalmente, sin tener ninguna recaída, puedo decir que ahora me siento totalmente orgullosa de ella.
Los días seguían pasando, lentos y torturantes. Contaba los segundos para ver a Lauren, la necesitaba nuevamente, tocarla, sentir su perfume, su abrazo, sus besos... obviamente los extrañaba a todos en Miami, pero es a ella a quien llama mi corazón todos los días.
Ya estaba prácticamente a la mitad de mi conversación con Lauren, en una de las pocas veces que pude llamarla. Y mi corazón quería pasar más tiempo escuchándola hablar.
-pues sí, después de un año.
Lauren: así que... tengo que colgar, nos vemos de aquí en dos días.
-está bien, te amo.
Los segundos se volvieron minutos y los minutos, horas. Era imposible aguantar la ansiedad. Los días se tardaron en pasar, parecía una eternidad. Cuando finalmente amaneció el día tan esperado yo casi ni podía ponerme de pie, causa del nerviosismo. El trayecto hacia el aeropuerto fue largo, mis dedos se chocaban contra el asiento del carro, nerviosos. Mi pierna temblaba involuntariamente.
En el aire helado, viendo los aviones aterrizar, las lagrimas comenzaron a dar señales, y mi estómago dolía y mi cuerpo estaba completamente tenso. Después de un año. Finalmente. Solamente permití que mi mamá me acompañara, no quiero una audiencia cuidando, necesito que este momento sea lo más intimo posible. Cuando anunciaron el numero del vuelo que acaba de aterrizar mi corazón se aceleró. Caminé hasta la puerta por donde salían los pasajeros, pero habían tantas personas que me era difícil poder ver. Nerviosa y ansiosa, ni siquiera pestañaba.
Y fue entonces cuando la vi. En medio de la multitud. Sin esperar un segundo más, corrí hasta ella, chocando con las personas que estaban en el camino, y me lancé en sus brazos.
Fin
