*POV Lauren
Noviazgo, una palabra que siempre me dio asco, me recuerda compromiso, lo que me recuerda la fidelidad, que significa estar comprometido, que me recuerda apoyo, recuerda amor, que hoy me recuerda a Camila.
No quiero llamarla mía por simple posesión, quiero que ella lo sienta así. Se sienta mía. Decir que Camila era mi futura novia fue por impulso, para protegerla, Patricia y Carla saben ser crueles cuando quieren y yo no iba a dejar que la lastimaran. Las dos se quedaron sin ningún tipo de reacción ante mis palabras y se fueron en un abrir y cerrar de ojos.
Camila: creo que no les gusté. -murmuró, viéndome.
-ellas no gustan ni de ellas mismas. -me encogí de hombros, tomándola cerca nuevamente.- no quiero que te sientas atrapada en presencia de mis... -pensé un instante.- hm...amigas. -lo dejé así. Ella asintió, dejé un beso en su frente.- discúlpame por haberte puesto como mi novia.
Camila: no hay problema. -sonrió.- no importa.
-podía quemar tu imagen. -respondí, bromeando.- novia de una "chica", novia de una drogadicta.
Camila: prefiero novia de una personas maravillosa... -me vio, sonriendo.- ...que está luchando para recuperarse.
*POV Camila
Los días volaron después de aquel paseo, mi tiempo en Miami se estaba agotando, así como el de la libertad de Lauren. De noche salí sola para despejar mi mente, el clima estaba muy pesado en la casa. Mañana internarán a Lauren y no tengo la fuerza como para ver sus ojos ahora. El mismo viento que sacudía los arboles golpeaba mi rostro, como una leve caricia. Lo respiré. Faltaba un poco más de tres meses para irme y siento que ya extraño esta ciudad que me recibió tan bien. Teniendo en cuenta que estas pueden ser mis ultimas horas al lado de Lauren volví lo más rápido posible a casa. Pero no fue lo suficiente. El reloj marcaba las once y ella ya se había ido a dormir.
Clara y Michael estaban sentados en la sala, probablemente sin prestarle atención al noticiero. Les lancé una débil sonrisa y recibí otras de regreso.
Subí sintiéndome derrotada.
Taylor: ven aquí. -abrió sus brazos, cuando entré al cuarto. La abracé.- mi hermana estará bien ahora. -garantizó, cuando nos alejamos. Asentí.- pudiste despedirte? -negué con la cabeza, con un nudo formándose en mi garganta.- ella te dejó una carta. -informó, tomando una hoja de papel que estaba arriba de la cómoda y luego me la entregó.- te dejaré sola para que la leas.
Dicho eso salió del cuarto, cerrando la puerta. Me senté en la cama y observé la hoja en mis manos. Suspiré, antes de, por fin, decidir leerla.