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- Don Alejandro le llama por teléfono la señorita Karla...
- Ya va, dile que estoy ocupado con algo del trabajo -Estaba tumbado en el sofá bebiendo whisky y hojeando el periódico
- Si -Me quedé como pasmada recordando que mi padre también comenzaba a beber temprano
- Anda niña -Me regañó cuando notó que me quedé ahí
Tomé el teléfono y avisé a la mujer que el señor estaba ocupado, me dio un sermón de aquellos y terminó por colgar.
Llevaba un mes en ese lugar y la señora Blanca me había encomendado ciertas tareas, era básicamente trabajar para ellos, limpiaba la casa, estaba enseñándome a cocinar y respondía el teléfono.
El nieto de la mujer era cortante el poco tiempo que estaba en su casa y yo deseaba irme de ahí pero la señora Blanca insistía en mantenerme cerca.
- Lia ven, mira lo que he conseguido -Me llamó la señora a la sala de estar
- ¿Qué es? -Pregunté sentándome donde me señalaba
- Un libro para que aprendas a leer bien, voy a enseñarte a escribir y un poco de matemáticas, no puedes ir por la vida sin saber si quiera si te roban el poco dinero que llevas -Asentí emocionada, me hacía tanta ilusión aprender algo nuevo y sobre todo algo útil
- Muchas gracias señora -Dije con agradecimiento real
- ¿Qué debes hacer ahora? -Lo pensé por unos segundos
- Debo limpiar la habitación de Don Alejandro y es todo -Asintió
- Entonces luego de eso vienes para comenzar -Me levanté presurosa para terminar lo más rápido que me fuese posible
Abrí la puerta de la habitación pensando en que él ya se habría ido al trabajo y menuda sorpresa me lleve al verlo parado frente al closet con una toalla de baño enredada en las caderas.
- Vaya susto -Dijo girando al instante y las piernas me temblaron
- Perdón -Mi primer instinto fue llevarme las manos a la cara
- Perdón nada, anda pues sal de aquí -Se acercó y guiándome por los hombros me sacó de la habitación cerrando luego la puerta
Mis mejillas estaban rojas en demasía y las sentía arder de vergüenza.
- Pero que tío -Dije recargándome en la pared, no había pensado sobre eso (no mucho 🙈) pero era un hombre muy bien parecido y ahora que lo había visto de esa forma, me refiero a su cuerpo, era en extremo atractivo
Luego de escucharlo salir regresé a su habitación para comenzar la limpieza. Entré con más cautela esta vez y comencé mirando al rededor, era muy limpio, en realidad no había mucho que hacer, arreglar la cama, sacudir un poco y sacar el cesto de la ropa sucia. Terminé rápido.
- He terminado señora -Avisé
- Entonces vayamos al jardín, me gusta más la luz natural -Fuimos al jardín trasero de la casa, era una área verde de tamaño suficiente, llena casi por completo de pasto perfectamente recortado, era precioso- Siéntate querida -Me señaló una silla a su lado y colocó el libro en la mesa
- ¿Con qué comenzaremos? -Me animé enseguida
- Me parece que con la lectura ¿Sabes leer un poco cierto? -Asentí, leía un poco pero me avergonzaba lo pausado que lo hacía- Entonces sólo hay que practicar -Me tendió el libro "Viaje al centro de la Tierra" se leía en la tapa
- Suena interesante -La miré luego de leer el título
- Es uno de los favoritos de Alejandro, te gustará porque es la versión infantil y tiene ilustraciones -Me miraba con tanta ternura
- ¿Sigo leyendo? -Sonreí un poco
- Adelante, prosigue -Me señaló que continuara
Seguí mi lectura, trabada entre sílabas y perdida cuando no comprendía ciertas palabras. A veces para la señora era divertido y su diversión me hacía sonreír, había sido demasiado buena conmigo todo el tiempo y me sentía segura lejos del monstruo que era mi padre, sentía que cerca de ella nada malo podría sucederme.
- Mejoraras muy rápido Lia -Acarició mi cabello
- Me gustaría aprender a sumar y esas cosas de matemáticas que dice -Me animé a comentarle
- Claro que lo aprenderás y después te enseñaré modales, serás toda una dama -Me reí fuerte
- Soy de la calle, mi padre decía que eso no era para mi...
- Ahora lo es, no eres más de la calle Lia -Me hacía sentir tan bien, pero era obvio que nunca dejaría de ser la Lia hija de un alcohólico
- Gracias señora -Tomé su mano con delicadeza
- Abuela, necesito que vengas conmigo un segundo -La llamó su nieto desde dentro de la casa
- Debo ir, pero mañana a la misma hora practicaremos tu lectura -Asentí- Puedes quedarte aquí leyendo si quieres -Dijo luego de dar un par de pasos
Me quedé ahí embobada en la historia y las imágenes, olvidando que ya casi era hora de llamar a Manu, no faltó un día en todo ese tiempo que no lo llamara, sin recibir respuesta hasta ese momento, estaba tan preocupada por él, tenía tanto miedo de que mi padre le hubiese hecho daño.
Me puse en pie y fui a la habitación que me habían designado, no era la de servicio, sino la de visitas. Tomé el viejo móvil y marqué, la respuesta usual "Apagado o fuera de servicio" casi me tumbo a llorar de culpa y dolor.
- Carajo Manu, es que no puedes hacerme esto. No puedes, tú eras mi apoyo. Si de verdad no estás ¿Qué voy a hacer? -Me senté a la orilla de la cama hablando con el espíritu de Manu
Después de aguantar las lágrimas escuché que la señora me llamaba y bajé presurosa.
- Linda, perdona que te moleste ¿Podrías ayudarme a llevar la limonada fuera? -Asentí enseguida
- No es molestia -Dije tomando el contenedor de sus manos
- Ha venido de improviso la noviecita de Alejandro y vamos a estar fuera un rato -Justificó el hecho de llevar limonada fuera
- Que bien...
- No me agrada del todo, pero si él la quiere ¿Qué puede hacer esta vieja? -Me sorprendió
- Tal vez si le da un poco más de tiempo -Asintió resignada
- Tal vez -Me tomó por el brazo para indicarme que iniciara camino al jardín
Ya estando fuera pude ver a la novia del señor Alejandro, era bastante guapa y elegante, se veía de clase alta y sonrisa exageradamente blanca, era preciosa.
Me acerqué para poner la jarra en la mesa y la señora colocó los vasos.
- Déjame servirte -Indicó la señora Blanca a la señorita
- Oh no, que lo haga ella -Dijo refiriéndose a mi- Para eso está el servicio -Me aproximé a tomar el vaso y el señor Alejandro detuvo mi mano con la suya
- Ella es Lia, una jovencita que está aquí porque mi abuela así lo decidió, no es del servicio. Déjalo Lia, yo le sirvo -Por primera vez le vi sonreírme- ¿Quieres sentarte? -Agaché la cabeza
- No gracias -Dije iniciando camino de regreso a la casa
Luego de unos minutos dentro de la habitación que podía llamar mía, entró el señor Alejandro.
- Hola -Se quedó parado en la puerta
- Hola -Respondí sin mirarlo a la cara
- Quería pedirte una disculpa por la forma en que intentó tratarte Karla...
- No es necesario, no se preocupe de verdad -Si mirada buscaba la mía pero yo mantenía la cabeza baja
- Lo siento necesario -Se acercó para tomarme por la barbilla- No mires abajo, sé que no he sido muy amable pero tampoco soy un desalmado
- No se preocupe por nada -Di un paso atrás
- Bien, pero te debo una -No comprendí a qué se refería, salió de la habitación y un poco más tarde escuché que despedían a la mujer
Los oí subir las escaleras y me recosté para parecer dormida.
- Se ha quedado dormida -Dijo la señora Blanca
- Deberías cerrar la puerta -Comentó Don Alejandro
- Aquí no hay peligro -Dijo ella divertida- ¿Cierto? -Sonó a duda real y me preocupó
- Abuela por Dios -Se indignó él- Jamás le haría daño alguno a nadie -Ella se rió
- Lo sé Alejandro, bromeaba -Caminaron alejándose poco a poco
- No entiendo por qué eres tan buena abuela -Fue lo último que pude escuchar
Me quedé dormida pasada la media noche, mirando el móvil, esperando la aparición de Manu, seguía preocupándome. Soñaba con él de vez en cuando y la pesadilla de la muerte de mi madre se había vuelto mucho más recurrente, lo único que deseaba con el alma era que mi padre nunca me pudiera encontrar.
Desperté bañada en sudor frío, con la maldita sensación de que era observada, en mis sueños aparecía una tumba inscrita con el nombre de mi amigo, fue horrible. Miré a la ventana y luego a la puerta, era claro que no había nadie por ahí.
- Necesitas agua -Me dije animándome a bajar por agua
Sin mucha prisa a las 3 am bajé a la cocina, descalza, mis pies apenas hacían ruido.
- ¡No! -Dije asustada al chocar con un cuerpo en la oscuridad de la cocina e inmediatamente relacionarlo con mi padre
- Hey -Me tomó por los brazos- Lia, soy Alejandro, no te vi
- Perdón señor -Di rápidamente varios pasos atrás
- Pero si la asustada has sido tú -Lo escuché reír un poco
- Bueno estamos a mano, yo lo asusté más temprano -Terminó de reírse
- Bien -Contuvo la risa una vez más- ¿No puedes dormir?
- No -Dije suspirando
- Un vaso de leche tibia te vendrá bien -Encendió la luz y se acercó a la nevera
- Sólo venía por agua -Dije arrepintiendome después, por fin estaba siendo un poco amable
- ¿Has intentado con leche tibia para los malos sueños? -¿Cómo sabía?
- No -Realmente "Leche tibia" sólo había entrado un par de veces en mi dieta, cuando mi madre vivía
- Pues no pierdes nada -Sonrió siguiendo en lo suyo de calentar la bebida
- ¿Usted también tenía malos sueños? -Tal vez me pasaba de confianza
- No, yo siempre tengo insomnio y a veces vengo a la cocina y miro por la ventana -Intenté estirar el cuello para ver por la ventana
- Pero si no hay nada -Dije achinando los ojos esperando ver algo impresionante
- Lo que sucede es que buscas en el sueño Lia -Me hizo una seña para que me acercara- ¿Ves ahí? -Señaló al cielo, una brillante estrella
- Es tan hermosa -Apenas pude decir
- Mi abuela siempre me decía que cuando deseara hablar con mi madre mirara al cielo y en esa estrella ella estaría esperando escucharme -Ojalá yo hubiese tenido a alguien tan buena como la señora Blanca cerca

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora