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En cuanto el hombre detrás de las gafas notó nuestra presencia, se puso en pie.

- ¿Qué tal Edmond? –Saludó y luego me miró

- Ella es Elizabeth Allard –Presentó Edmond y él me tendió la mano

- ¿La tercena hermana Allard? –Preguntó doblando sus gafas y metiéndolas en el bolsillo del saco

- La esposa de Michael –Le corregí

- Ah, una disculpa –Sonrió– Siéntense, imagino a que se debe la grata visita –Miró a Edmond

- Lo imaginas bien, supongo. ¿Qué sabes de mi caso? –El hombre por poco rueda los ojos, el ambiente era más bien tenso

- Sé que no confías en mí, pero no soy tan malo... Nuestros problemas del pasado deben quedarse ahí, querido Edmond –En efecto, yo no comprendía nada, nuevamente y al parecer había un poco de rencor entre ambos

- La señora Allard no vino a escuchar tus historias ¿Qué sabes? –Insistió Edmond

- Sé que la sacaron del edificio el viernes 23 alrededor de las 6:30 pm, cuando la señorita Allard salió de su apartamento con dirección a una muestra de casa en venta, nunca salió de su edificio... Por lo menos no lo captaron las cámaras, ni hay algún testigo. El auto está intacto en la cochera y no hay señas de resistencia, se barrió todo el estacionamiento...

- Creí que tendrías algo bueno –Le desacredito de inmediato Edmond

- ¿Como que los idiotas del edificio dejaron pasar al japonés en una camioneta de limpieza por dos semanas? No sé qué tan mala noticia sea para ti y tu jefe pero, sobre todo para él ya que...

- Ve al grano –Dijo Edmond callándolo

- Seré directo, los japoneses están implicados, hemos analizado la cara del tipo de la grabación, debo hacer un paréntesis para decir que he aprendido bien de ti... El punto es que pertenece a la mafia japonesa ¿Bien? Supongo que la señorita Allard tiene el tiempo contado –Seguro palidecí, el suelo se me movió y no tuve más que apretar las manos contra la cara

- Elizabeth ¿Está bien? –Me tomó Edmond por el hombro

- No –Susurré

Salimos de la oficina rumbo a la casa de los señores Allard, yo no podía parar de temblar y mis ojos amenazaban con llorar.

- ¿Qué vamos a hacer Edmond? –Dije espantada

- Es un idiota Elizabeth, no tiene idea... Si uno de esos tipos se dejó ver es porque querían que supiéramos que estaban ahí... No son tan idiotas –Eso no me calmaba en lo absoluto

- ¿Por qué no comprendo tu punto?

- Ellos no van a contactarse, esperan que nosotros lleguemos a ellos –Daba igual, eso lograba que deseara vomitar aún más

- Maldición...

Llegamos a casa y Michael estaba hecho una furia, tomó a Edmond por el brazo y se lo llevó a la oficina de su padre.

- ¿Puedo saber qué sucedió? –Pregunté a su padre

- Señorita Elizabeth... Michael es bastante temperamental, no le gusta que Edmond de pasos a sus espaldas y menos llevándose a su esposa y preocupándole.

- Comprendo –Dije mirando por todos lados– ¿Y la señora Allard?

- Hilda ha tenido una baja de azúcar y debió retirarse a descansar –Dijo palmeando mi hombro un par de veces– Lamento que te trate un poco mal, no debes sentirte culpable por lo de Emma ¿Bien?

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora