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A la mañana siguiente, una sonriente Kath apretujaba mis mejillas para hacerme despertar.

- ¿Qué haces? –Medio la miré– Es muy temprano.

- Quero cabalgar y papá va a mostrarme el laboratorio que están haciendo aquí para él –Dijo sin dejar de mirarme.

- ¿Y mamá no puede dormir mientras haces eso? –Reí.

- Ven conmigo –Pidió.

- ¿Y los demás? –Me senté sobre la cama, en señal de que iría con ella.

- No sé –Dijo sonriente.

Tomé una rápida ducha y luego de vestirme, bajé las escaleras casi corriendo. Encontré a Michael cocinando algo para Kath.

- Buenos días –Dije, mientras buscaba rastro del resto de la familia.

- Siéntate, han salido al pueblo –Dijo él, notando lo que hacía.

- ¿Qué haces? –Pregunté pasando de largo los banquillos y entrando a la cocina.

- Un pastel –Rio Katheryn, parecían tener una de esas bromas secretas.

- ¿Un pastel? –Pregunté, notando que no había nada parecido a ingredientes para un pastel.

- Pancakes en realidad –Rio él.

Desayunamos juntos, riendo de lo bien que la estaba pasando Kath, su sonrisa simplemente me mantenía feliz.

- ¡Otro, otro! –Vitoreaba la niña luego de que Michael lanzara una mora al aire y la atrapara con la boca.

- Diablos –Soltó él, riendo, cuando falló el tiro y la mora atinó en su ojo.

- Diablos es una mala palabra –Se puso seria Kath, logrando que casi riera.

- Son 5 dólares por esa –Dije intentando parecer tan seria como ella.

- ¿5 dólares? –Michael parecía divertidamente confundido mientras se limpiaba la miel del ojo.

- Uno si no es tan grave, cinco para nivel medio y 10 si te pasas –Aclaro la niña, completamente seria e incluso un poco molesta.

- Vaya, lo lamento, ahora me costará cinco dólares –Intentó parecer arrepentido.

- Aquí –Kath apuntó la mesa.

- ¿Y qué harás con esos 5?

- Donarlos a la caridad –Intervine.

- Vaya ¿Puedo saber cuáles son las que valen diez? –Kath parecía descontenta.

- Yo no voy a repetir esas –Dijo mientras guardaba el dinero en su bolsillo– Dile tú –Me señaló.

- ¿No te sabes ninguna cierto? –Reí cuando negó.

- Dile –Insistió– Bajito –Susurró.

Pasé al lado del desayunador en que Michael estaba y dudé un poco antes de acercarme a su oído para aparentar que susurraba alguna mala palabra.

- Aún no tengo una lista de esas, aparenta que ha sido grave –Susurré intentando no reír.

- ¡Madre mía! –Soltó, aparentando casi indignación.

Kath nos miraba como esperando que alguno la repitiera para ella.

- Nos debe diez dólares señora Alla... Elizabeth, nos debes diez dólares –Parecía apenado.

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora