- ¿Kath? –Desperté muy tarde y comencé a buscar en una casa vacía.
- Me pidieron que le avisara que saldrían al pueblo –Se acercó la cocinera.
- ¿Todos? –Me preocupé.
- Si, pero no se preocupe, volverán –Aclaró al verme tan nerviosa.
Fui afuera y aún estaba uno de los 3 autos que vi el día anterior, de inmediato llamé a Hilda.
- Todo bien querida, sólo salimos un poco y no queríamos molestarte.
- ¿Volverán pronto?
- Claro, para la comida estaremos ahí –Me tranquilizó un poco.
Decidí no pensar en cosas como que se llevarían a mi hija y mejor entré a tomar una ducha.
El agua tibia recorría lentamente mi cuerpo y cerré los ojos para intentar dejar que todo pasara, estaríamos ahí una semana, sin Michael, y después todo volvería a mi normalidad, esa en donde únicamente entrabamos Katheryn y yo.
- Hola –Grité aterrada, nada más escuchar aquel "hola" dentro del baño.
- ¿Qué demonios? –Salí de la ducha y me envolví la toalla de inmediato.
- Perdona, no quise asustarte –Sus aún hermosos ojos grises se achinaron mientras sonreía ampliamente, hermosa sonrisa de los buenos momentos.
- Sal de aquí –Señalé la puerta.
- Sigues siendo una mujer espectacular Elizabeth –Dijo mientras cedía a mis empujones fuera del baño.
- Sal de aquí, sal de aquí –Las piernas estaban temblándome y ni siquiera deseaba mirarlo.
- Hablemos –Tomó mis húmedas y temblorosas manos entre las suyas.
- Había un trato –Dije molesta– Había un maldito trato.
- Llegué sin avisarle a nadie, entré aquí por casualidad y ahí estabas –Tiró de mi hasta que mis pechos estuvieron en contacto con su cuerpo.
- Aléjate ¿Quieres? –Me zafé de su agarre y retrocedí.
- Elizabeth, hablemos, por favor.
- Sal de aquí, debo vestirme –Señalé la puerta.
- Es lo que no quiero, dejar de mirarte tal y como estás –Acomodé la tonta toalla de baño una vez más sobre mi cuerpo y lo miré enfadada.
- No estoy jugando –Dije seria.
- Te espero abajo –Salió son dejar de mirarme.
- Demonios ¡No! Esto no puede estar pasando –Me revolví el mojado cabello con furia.
Rápidamente me vestí y llamé una vez más a Hilda, quien me aseguró que volverían en poco tiempo. Tenía miedo, es verdad, el sólo hecho de recordar nuestra última escena juntos hacía que me estremeciera.
- Ven –Me tendió la mano en cuanto estuve frente a él y la rechacé.
- ¿Qué quieres hablar? –Solté seca.
- Quiero hablar de ti, de mí... De nosotros –Un nosotros que él había destruido.
- Habla entonces...
- No aquí –Lo miré desconfiada– Sé que no tienes motivos para confiar en mí, Elizabeth, pero dame una pequeña oportunidad.
- Hablemos, aquí –Aclaré.

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Flores en tu pelo
De Todo- ¡Arriba cariño! -Las delgadas manos de mi madre mueven mi pequeño cuerpo- Vamos, vamos Lia, no hay mucho tiempo. - ¿Mami? ¿Qué sucede? -Pregunto con el pelo sucio y enmarañado sobre mis ojos - En silencio -Susurra luego de un bajito "shh" Me toma...