Al fin me quedé sola en la habitación, me miré de reojo en el espejo. Ese era el día de mi boda de en sueño, el vestido era la cosa más espectacular que jamás pude imaginar. Recordé aquellos días en que por las calles de la ciudad pasaban mujeres elegantes en sus autos caros, las veces que presencié una boda mientras pedía limosna, cuando supe que el señor Alejandro iba a casarse y la vi salir de su brazo con aquel vestido. Nada se comparaba a lo que estaba pasándome en ese momento, una lujosa boda en un espectacular jardín con el hombre al que amaba.
- No lo creo Elizabeth ¡Estás espectacular! –Dijo una Emma, entrando envuelta en un hermoso vestido
- Tú aún más –Dije sonriente
- No, mírate por Dios... No puedo –Me abrazó delicadamente
- Estoy nerviosa –Confesé
- Mi hermano está hecho un dios, muy nervioso también, pero sonríe como nunca –Reí
Un par de toques en la puerta nos alertaron.
- Entra si no eres Michael –Dijo Emma riendo
- Hola, soy la fotógrafa de la novia ¿Una foto? –Apuntó el lente a nosotras y únicamente sonreímos– Estuve ayer en polterabend* con ustedes, quizá no me notaron –Era verdad, entre aquella locura no la había notado
- Tal vez recuerdo vagamente –Dije apenada
- No te preocupes, cuando veas las fotos de ambos limpiando la locura de sus invitados recordaras a la chica de la cámara –Reímos– ¿Listas?
- La señora Allard aún no –Soltó Emma
- ¿Todos están abajo?
- Sí, se supone que debes estar en la salita más cercana al jardín, para salir en cuanto nos den la señal –Me comentó la fotógrafa, al parecer todos tenían más idea de lo que sucedía que yo
- Ahora lo recuerdo, es que estoy muy nerviosa –Dije acomodándome un poco el vestido
- Todo saldrá bien –Comentó Emma
En ese momento la puerta se abrió y entraron la madre y el abuelo de Michael.
- ¿Nos permiten un momento? –Dijo la señora Hilda, dirigiéndose a Emma y la chica de las fotos. Ambas salieron tranquilamente.
- Luces estupenda Elizabeth –Me sonrió el abuelo Allard
- Usted igual –Sonreí de vuelta
- Elizabeth –Dijo la señora, quien aún no terminaba de acostumbrarse a mi presencia –Bienvenida a la familia –Me abrazó delicadamente– Sé que mi esposo habló contigo hace unos días y en verdad quiero que a partir de ahora todo sea diferente –Asentí
- Gracias –Era todo lo que los nervios me daban para decir en ese momento
- Yo quería saber si me permitirías ser yo el que te guíe al altar –Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando el abuelo dijo aquello
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Flores en tu pelo
De Todo- ¡Arriba cariño! -Las delgadas manos de mi madre mueven mi pequeño cuerpo- Vamos, vamos Lia, no hay mucho tiempo. - ¿Mami? ¿Qué sucede? -Pregunto con el pelo sucio y enmarañado sobre mis ojos - En silencio -Susurra luego de un bajito "shh" Me toma...