30.-.

2.6K 170 6
                                    

Era miércoles, el miércoles que debía asistir a hacer la denuncia en contra de Andrews y probablemente el miércoles que me deportarían a México.

- Lista –Dijo Michael

- ¿Es pregunta?

- No, es afirmación, luces muy bien –Reímos

- Estoy muy nerviosa ¿Crees que me envíen a mi país hoy mismo?

- No estoy seguro, hablé con Curie y me dijo que es muy probable que lo hagan ya que has estado por mucho tiempo de ilegal en el país –Asentí

- Bueno, entonces permíteme agradecerte todo lo que has hecho por mí...

- No más agradecimientos Elizabeth ¿Sabes cómo puedes agradecerme? –Negué– buscando tu felicidad, viviendo como si esto jamás hubiera pasado y luchando por tus sueños

En un loco impulso me abracé a él, casi me colgué por el cuello y él delicadamente me devolvió el abrazo.

- No me debes nada –Susurró a mi oído– anda, vayamos a acabar con el tal Andrews

Edmond nos esperaba con el auto listo y nos llevó hasta el lugar que supuse previamente le habían indicado. Bajamos y mi corazón latía veloz, es verdad que había practicado todo lo que iba a decir, para no omitir detalle alguno, pero eso no quitaba que la voz se me quebrara un poco al recordar todo aquello.

- Es una mierda –Alcancé a escuchar que el abogado Curie le dijo al señor Michael antes de alejarlo un poco de mí tirando de su brazo

Los vi hablar unos metros lejos de mí, parecían discutir a susurros.

- Lo siento, Curie está muy enojado por como va su caso –Dijo al regresar a mi lado

- ¿Por qué? –Me atreví a preguntar a pesar de que no pondría atención por lo nerviosa que estaba

- Se fue una chica más y probablemente tu testimonio y otros dos no sean suficientes –Eso lo escuché claramente por el impacto que tenía

- ¿Cómo? No puede ser ¿De qué sirve entonces lo que hagamos nosotros?

- Tarde o temprano tu denuncia será parte de una gran montaña Elizabeth, claro que sirve, no comiences a pensar que no tiene sentido que lo hagas ¿De acuerdo? –Asentí apenada

- Carola está hundida –Llegó susurrando a nosotros el abogado y yo sonreí– con las pruebas que juntó Franz, tu declaración y la de algunas de las chicas que tenían, es todo, se va presa

- Me alegra –Sonreí

- Estaba seguro de que lo haría –Respondió él, palmeando mi hombro

Nos llamarón para tomarme declaración en ese momento.

- Entonces hagamos esto –Saqué aire

Entramos y comenzaron a preguntar, el abogado Curie se mantuvo siempre a mi lado, apretando un poco mi hombro cuando sentía que se me iban las palabras. Recordar lo tonta que había sido me hacía querer vomitar.

Me hicieron repetir cientos de veces el mismo discurso, como si tuviera el valor para inventar tanta atrocidad, como si las cienes no me palpitaran lo suficiente, me cuestionaron lo mismo de varias maneras, buscando inconsistencias en mi relato, era pesado, no creían en mí y yo tampoco en ellos, la justicia Alemana para contra la trata de blancas a veces parecía culpar a la víctima.

Cuando salí mis ojos estaban aguados pero las lágrimas se resistían, nada más verme, el señor Michael me rodeó con sus brazos y susurró a mi oído que era todo, que no me preocupara.

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora