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- Estoy un poco preocupado por ti, belle ¿Qué te tiene tan triste? –Preguntó Michael mientras acariciaba mi cabello.

Había llegado hacía apenas unas horas y estábamos juntos en el hotel, el día siguiente tendríamos la cena a la que él estaba invitado.

- La primer persona que me tendió una mano fuera de mi ciudad, está muy enferma –Confesé mientras miraba a la nada.

- Belle ¿Por qué no lo dijiste antes?

- No lo sé.

- ¿Hay algo que podamos hacer? –Me abracé a él.

- Gracias –Siempre era tan bueno– En realidad no hay nada, está en buen hospital.

- ¿La has visto? –Negué.

- No están permitidas las visitas, he ido a su casa y me lo han dicho ahí. Creo que era la enfermera que la cuidaba –Sollocé sin querer.

- Tranquila belle, seguro se pondrá bien.

- He dejado mi teléfono para que me comuniquen cualquier cosa, espero que no te moleste... Deseo quedarme un par de días más –Estuvo unos segundos en silencio.

- No, no me molesta –Dijo después– Aunque –Pensó mucho en decir lo que deseaba.

- ¿Aunque? –Insistí.

- Planeaba un viaje para ambos, me tomé unas semanas, pero podemos estar un tiempo aquí –Besó mi cabeza.

- Eres tan bueno –Respondió con un beso más.

De alguna forma los brazos de Michael me confortaban y lograban hacerme dormir sintiendo que todo iría mejor para la señora Blanca.

A la mañana siguiente tomé el teléfono antes de si quiera lavarme los dientes y llamé a la casa de la señora.

- Hola, soy Elizabeth, llamaba para preguntar sobre el estado de salud de la señora –Dije ante un cortante "Bueno" de alguien al otro lado.

- Deme un minuto –Dijo la misma voz.

- ¿Hola? –Sentí que la sangre se me heló y el corazón latió velozmente.

- ¿Alejandro? –"Maldición, maldición".

- ¿Lia? –Preguntó confundido.

- Sí –Solté unos segundos después– Sólo llamo para preguntar cómo está tu abuela, fui ayer a buscarla y me hablaron sobre lo que sucedió.

- Dios ¡Lia! No lo puedo creer ¿Estás aquí? ¿Tú amigo te dijo que te busqué? –No creí que fuera momento para hablar de ello.

- Alejandro... ¿Tu abuela? –Dije haciéndole notar que estaba incomodándome.

- Sigue igual, si quieres podemos vernos para llevarte al hospital y que te permitan verla –"Si quieres podemos vernos ¿En serio?"

- ¿Por qué no me dices la ubicación del hospital y yo la visito?

- Necesitas mi autorización para entrar ¿Por qué no quieres verme? –No era algo personal, no en ese momento de mi vida.

- Bien, nos vemos en el hospital.

- Te envío la dirección ¿En cuánto nos vemos ahí?

- ¿Podrías mañana? –Vi que Michael se movió sobre la cama y talló sus ojos.

- Claro, al medio día –Dijo tranquilo.

- Perfecto –Estaba por colgar.

- Lia... Espera.

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora