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Pasaron un par de meses más, en los que la señora actuaba como si yo fuera la peor sirvienta del planeta, todo se fue intensificando hasta llegar a humillarme en las reuniones de empleados, descontaba dinero de mi sueldo, alegando que hacía todo mal y yo en definitiva no la soportaba ni un minuto.

- Realmente no sé lo que le pasa –Dije a la nana intentando no llorar, luego de que me hiciera limpiar a sus pies vino tinto que derramó a propósito en una alfombra blanca que, dijo, descontaría de mi sueldo

- A veces uno obtiene ciertas recompensas por su comportamiento –"¿Qué cosa?"

- ¿Disculpe? Yo no he hecho nada para que la señora me trate de esa forma...

- Te parece poco pasearte con su marido –Afirmó

- Yo no...

- ¿Lo ves? Si qué has hecho algo.

- Es que se ha mal interpretado, el señor sólo me llevó a mi casa una vez –Mentí

- Han sido más que un par de veces Elizabeth y tú lo sabes ¿Qué esperas? ¿Qué te da a cambio? –Palidecí

- No he hecho nada indebido, lo juro –Me sinceré– Sólo le he aceptado un poco de dinero para pagarme la escuela, con mi sueldo no me alcanza para... –Me quedé callada

- A veces hay que conformarse con el tipo de vida que a uno le toca vivir y no estar pensando en subir en la escala social y menos de esa manera, eres muy ambiciosa Elizabeth –No comprendía que le sucedía a esa mujer

- Creo que usted tiene un mal concepto de mí, míreme estoy aquí trabajando a su lado, siendo una simple sirvienta ¿Tiene algo de malo querer una vida diferente? Créame que yo no estoy haciendo nada malo, el señor ofreció su ayuda y yo la he aceptado, él lo único que me ha pedido es ver mis calificaciones de la escuela y es todo –Me puse un tanto a la defensiva

- Quizá deberías renunciar –El suelo se movió bajo mis pies

- Necesito el sueldo –Agaché la mirada

- Y la señora necesita tenerte a la vista, ella no descansará de tratarte mal Elizabeth, es tu decisión niña –Miré a otro lado

- Voy a renunciar –Le di la razón

- ¿Qué dices Elizabeth? –El señor

- Voy a acostar a los niños, es tarde –Avisó la nana mirándome como con desprecio, quizá fue sólo lo que esperaba de ella

- Debo terminar mi trabajo –Intenté alejarme de ahí

- ¿Es verdad lo que dijiste? ¿Vas a renunciar? –Me tomó algo fuerte por el brazo

- Si –Era todo lo que podía decir

- ¿Y la escuela? ¿Cómo vas a pagarla? –Mi estómago se hizo nudo

- Supongo que me tocará suspender eso un tiempo –Dije como si no me importara

- Sabes que no es necesario –Susurró

- Usted prometió no volver a hacer esto –Susurré también, queriendo alejarme

- Lo sé e intento cumplirlo, pero sabes que puedes obtener todo lo que desees –"Maldición"

- Por favor señor Eduardo, no puedo hacer lo que usted quiere, no puedo –Soltó mi brazo

- No renuncies –Pidió

- Yo no creo soportar más las humillaciones de su esposa, ella piensa que tengo algo con usted...

- Por Dios Elizabeth, podrías tener al hombre que quisieras, mírate, no perteneces al basurero en el que vives, no perteneces a la servidumbre de una casa, mírate niña, estás hecha para ser la señora de la casa...

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora