Flores en tu pelo

60.-.

Pasaron siete meses desde que visité mi país, tenía ya una enorme barriga y no hacía absolutamente nada más que estar en casa y relajarme, por recomendaciones de Michael y el doctor, había pausado mi vida de estudiante, evitaba así el estrés y cualquier peligro para el bebé.

- ¡Belle! –Michael llegando más temprano de lo normal.

- Hola cielo –Dije levantando mi enorme humanidad de la tumbona en el jardín.

- Estás hermosa –Juntó sus labios con los míos.

- Gracias ¿Has dejado el trabajo temprano?

- Me he tomado la tarde libre para llevarte a cenar a donde desees –Acarició mi vientre.

- Creo que Katheryn desea algo de comida casera –Dije riendo.

- Entonces ¿Quieres verme cocinar? –Rio.

Las cosas iban mucho mejor entre nosotros, Michael había dejado la paranoia que lo había acomplejado antes de saber que seríamos padres, aún era muy sobreprotector, pero nada con lo que no pudiera lidiar.

Cuando supimos que nuestro bebé era la Katheryn que ambos deseábamos, fuimos en extremo felices, todo parecía ir viento en popa, estábamos siendo esa familia perfecta que cualquiera desearía.

Subí a la habitación y me puse uno de los vestidos que Marcelo me había enviado desde Alemania, con las medidas adecuadas para un embarazo de siete meses.

- ¿Y si nos quedamos? –Susurré a su oído cuando me abrazó tiernamente.

- ¿Y si te hago el amor justo ahora? –Preguntó también a mi oído, comenzando a bajar una línea de húmedos besos por el cuello.

- Michael –Dije incómoda, él siguió besando– Michael, no –Me alejé un poco.

- ¿No? –Preguntó extrañado.

- No me siento –Dudé– tú sabes, no me siento dispuesta justo ahora –Besó mi frente.

- Como todo el tiempo –Me sentí un poco mal– No te preocupes, belle, ya teníamos planes, ven –Tomó mi mano y la besó.

- Lo siento –Comenté.

- No, no, no. No lo hagas, entiendo perfecto –Besó mi frente y me abrazó, tranquilizándome un poco.

Salimos a cenar, hacía tanto que tomaba esa actitud de niño bobo y justo ese día volvió. Creí que sería algún tema del trabajo, tal vez estaba demasiado presionado.

- ¿Qué has pensado sobre la visita a tu familia? –Le pregunté luego de un buen bocado.

- No lo creo conveniente, ya sé que el doctor te dijo que podías viajar sin problemas, pero no creo que un viaje fugaz te venga bien –Asentí.

- Me aburro mucho –Llevaba un tiempo buscando la manera de decirle que deseaba volver a pasarme por la escuela.

- Cuando quieras puedes pedir que te lleven a cualquier lado, lo sabes –Bebió un sobo de vino.

- Lo sé, pero... Quiero volver a la escuela, a las clases presenciales que hacen algunas veces –Miró en otra dirección unos segundos.

- Dejarlas fue tu decisión, no mía, yo sólo estuve de acuerdo con lo que decía el doctor –Aclaró.

- Lo sé, pero quería que lo supieras.

- Pues ahora lo sé.

- ¿Qué opinas? Dime algo más –Insistí ante su silencio.