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- ¡Cumpleaños feliz! Cumpleaños feliz querida Kath –Cantábamos a coro mientras Katheryn intentaba esconderse bajo mi brazo.

Un año a su lado me basto para saber que había encontrado al amor de mi vida. La madre de Michael había organizado todo un evento en la casa que Emma nunca logró vender y a la que Michael planeaba mudarnos ya que daba una mejor imagen familiar que la casa a las afueras.

Luego de que todos se despidieron llevé a mi hija a su habitación.

- Te amo Kath –Besé su frente.

- Te amo mami –Dijo con su vocecilla tímida y palabras aún mal pronunciadas.

Fui a la habitación donde Michael se desvestía tranquilamente, no podría negar que aún me parecía el hombre más atractivo sobre la tierra, pero todo se desvanecía en sus repentinos ataques de celos y furia.

- ¿Puedes ayudarme con esto? –Pedí cuando el zíper del vestido se atoró.

Pasó delicadamente sus dedos por todo el borde y logró deslizarlo sin interrupciones.

- Tomaré una ducha –Dijo alejándose.

- ¿Sabes? Creo que revisaré ahora la cuestión de espacio en el sótano –Comenté.

- Claro, pero ve con cuidado, en cuanto termine en el baño, bajo contigo –Estaba tan calmo los últimos días.

Bajé las escaleras pensando en cómo el hecho de que Katheryn fuera un poco mayor lo había cambiado, cuidaba mucho más la manera en que descargaba su furia y ya no discutíamos tanto porque ella podía escucharnos. Los malos momentos se reducían a algunos días de recriminaciones absurdas. Aún me acusaba de engañarlo a pesar de que él había dejado a Amanda.

- Es enorme, no comprendo qué le molesta de este lugar –Dije a la chica de servicio que me había acompañado.

- Los señores Allard también han hablado de remodelar el lugar –Comentó.

- Yo no creo necesitar más espacio, la casa es gigante –Sonrió.

- Tal vez deshacerse de las cosas de aquella esquina le daría una mejor vista –Me acerqué al lugar que señalaba.

Había una vieja bicicleta, algunos muebles antiguos, y una sábana cuyo color original debió ser blanco, cubría un estante.

- Veré que hay –Solté deshaciéndome de la manta tapizada en polvo.

- Hace años que nadie toca eso –Comentó un poco temerosa.

- Cuida que el señor no venga –La hice mi cómplice de inmediato y ella accedió.

En realidad no había nada que llamara por completo mi atención, un par de reliquias y fotografías viejas. Michael y su primer exesposa en algunas vacaciones, se le veía muy feliz, estaba embobada en una de esas fotografías y noté que al fondo había una vieja caja. La sacudí un poco antes de abrirla, había un par de documentos de divorcio, lo cual me pareció completamente extraño ya que no parecían firmados. Seguí revisando y llegué a un cumulo de recortes de revistas viejas y paginas completas de periódicos.

- Madre mía –Me comenzaron a sudar las manos y temblarme las piernas– Esto no puede ser.

- La señora está recorriendo el lugar, me mandó por agua –Escuché que la muchacha le decía a Michael y solté la caja de golpe, demasiado tarde, él ya había visto mi expresión de horror.

- ¿Qué carajos haces? –Se encaminó en mi dirección y me alejé hasta chocar con la pared– ¡Elizabeth!

- Tú...

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora