Después de saber que era probable que Michael hubiera matado a su primer exesposa me contacté con Alejandro, deseaba separarme de él a casi cualquier costo. El tiempo se me hacía eterno y aún faltaban dos años casada con él para que la ley me considerara ciudadana alemana, Katheryn tenía ya dos años y tres meses, me asustaba un poco que cada día estaba más apegada a Michael.
Alejandro se había dedicado a investigar a fondo el caso de asesinato de aquella mujer, Michael tenía razón, él estaba limpio, jamás le había tocado un pelo a pesar de que ella lo había estado engañando.
- Mami ¿De qué color es un gato? –Se acercó Kath con la tableta en la mano.
- ¡Morado! –La sorprendió Michael, elevándola por los aires y haciendo que riera a carcajadas.
- ¿Morado? –Preguntó aún riendo.
- ¡Rosa! –Dijo entusiasmado, besando sus mejillas.
- ¿Rosa? –Volvió a preguntar ella, llena de esa inocencia que me habría gustado guardar para siempre.
- ¡Verde! –Soltó Michael de nuevo.
- Papi ¿No me engañas?
- El gato puede ser del color que desees, mi amor –Sonrió él, de esa manera en que sólo le sonreía a Katheryn.
- ¿Puedo tener uno naranja? –Michael rio.
- Quizá un gris –Respondió.
- No saludaste a mami –Me miró de reojo y me acerqué a ellos.
- Hola –Susurré y besé su mejilla, nada arruinaría la infancia de mi hija.
- Hola –Sonrió.
- Señorita Katheryn, es hora del baño –Entró su nana luego de un par de toques en la puerta.
- Ay no –Se recostó sobre el hombro de Michael.
- Vamos, no quieres ser el ogro apestoso ¿Cierto? –No pude evitar reírme.
- Tú, papi –Besó su mejilla y le pidió que él la bañara.
Luego de un par de minutos Michael regresó a la habitación.
- ¿Y Kath? –Me interesé de inmediato.
- Está con la nana.
- Creí que le ayudarías.
- Debemos empacar, volaremos a Italia por un asunto importante –Me levanté de inmediato.
- ¿Y la niña?
- Se queda, es un viaje fugaz, no te preocupes.
Sería la primera vez que dejaría sola a Kath.
- Estas muy pensativo –Comenté.
- No, en lo absoluto, empaca –Siguió haciendo su maleta en silencio.
Esa noche luego de que la niña se quedara dormida, fuimos hasta la pista en la que se encontraba su jet, me pareció raro no ver a Edmond ni a nadie de seguridad.
- ¿Volamos solos?
- ¿Te preocupa? –Preferí ignorar esa pregunta ya que el tono de su voz me erizó la piel.
En cuanto estuvimos en el aire, noté que algo raro le sucedía.
- ¿Estás bien? –Me atreví a preguntar.
- Sé lo que has estado haciendo –Me dirigió una de esas miradas que me helaban la sangre.
- ¿De qué hablas?

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Flores en tu pelo
De Todo- ¡Arriba cariño! -Las delgadas manos de mi madre mueven mi pequeño cuerpo- Vamos, vamos Lia, no hay mucho tiempo. - ¿Mami? ¿Qué sucede? -Pregunto con el pelo sucio y enmarañado sobre mis ojos - En silencio -Susurra luego de un bajito "shh" Me toma...