40.-.

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Michael había mantenido el vestido oculto, aseguraba que no necesitaba mirarlo ni probármelo hasta el día de la fiesta. Entró a la habitación unos minutos antes de que yo terminara de ducharme. Salí envuelta en la bata de baño y me mostro un enorme cubre vestidos colgado en la puerta del closet.

- Te verás preciosa –Soltó

- Me sonrojas –Sonreí

- Iré a vestirme y te espero abajo –Se levantó lentamente de la orilla de la cama y salió, no sin antes regalarme una de esas miradas suyas que me electrizaban la piel

Fui directo al vestido, la curiosidad estaba matándome, abrí cuidadosamente la funda y poco a poco fue saliendo la enorme creación de Marcelo. Me llamó la atención una pequeña nota en la que escribía: "Señorita Elizabeth.

Ha sido todo un placer para mí, crear este vestido completamente inspirado en usted. Espero que le guste tanto como a mí y que pronto me pida hacer algo nuevo, confieso que podría ser la musa que he esperado por tanto tiempo.

Cariños, Marcelo."

Me causo un poco de gracia la forma en que Marcelo se expresó, termine de sacar el vestido y pude ver que era aún más hermoso que todo lo que había visto antes, cada regalo de Michael superaba al anterior. Era un tanto esponjoso y muy al estilo francés de comienzos del siglo XX, en tono amarillo pastel, como lo había especificado Michael, con detalles en encaje blanco. Pude ver también la caja con los zapatos, eran un tanto parecidos a los anteriores pero en dorado.

Me vestí rápidamente y me arreglé el cabello acorde a la época de la que me parecía el vestido, un maquillaje no muy elaborado y salí de la habitación tomando el vestido por los lados.

- Hola –Dije viéndolo un poco distraído

- Wow –Exclamó sin más

- Te ves increíble –Llevaba puesto un traje caqui, también diseñado al estilo francés, era el hombre más atractivo que hubiera visto jamás

- Wow –Soltó de nuevo– Elizabeth, estás preciosa. Me encantas –Se acercó hasta tomar mi mano y tirar de mí hasta pegar nuestros cuerpos– Tengo los accesorios perfectos –Caminó hasta la mesita de centro de la sala de estar y lo seguí, primero sacó una elegante caja negra, la abrió y me mostro un par de antifaces, ambos dorados, el que supuse mío tenía algunos detalles imitando perlas y encaje y el suyo era simplemente dorado

- Están preciosos –Dije emocionada

- Y... –Giré a mirarlo en cuanto guardó silencio, sacó una cajita más pequeña, la abrió frente a mí y pude leer "Buccelatti" en la parte interna, era un collar precioso

- Michael, no tienes porque...

- Justo por eso quiero hacerlo Elizabeth ¿Me permites? –Colocó la caja en la mesita y me hizo girar para colocármelo

- ¿Qué opinas? –No pude más que preguntar aquello cuando me miró de arriba abajo

En el fondo sentía que era un hombre demente, gastando demasiado en mí, me sentía culpable por aceptar todo aquello.

- Sabía que lo tuyo era el oro amarillo –Me besó

- Gracias –Sonreí

- ¿Por qué?

- Por quererme –Me abracé a él y me apretó un poco

Caminamos hasta el auto que nos esperaba. Pronto llegamos al hermoso hotel y antes de bajar del auto nos colocamos los antifaces. Tomé el brazo de Michael todo el camino, hasta llegar al espacio del hotel destinado a la fiesta de Emma, el salón estaba decorado con enormes cortinas negras y doradas, gente en disfraces exóticos yendo de aquí a allá, flores blancas por todo el lugar y tenues luces que apenas te permitían reconocerte entre los demás.

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora