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Pasaron 2 meses desde la última vez que vi al señor Alejandro y durante ese tiempo estuve trabajando en una casa, por recomendación de los patrones del amigo de mi madre. Era parte del equipo de limpieza.

La casa era enorme, en total éramos 3 mujeres de limpieza, la nana de los niños y varios más en la cocina, el jardín y hasta para pasear los perros chihuahua tenían empleado especial. Llevaba exactamente un mes 2 semanas y aún me perdía dentro de la casa.

- Deja de soñar Lia, que la señora quiere el té para hoy –Me despertó una de las mujeres que trabajaban en la cocina, Martha era su nombre y me hacía la vida un poco más fácil en ese lugar

- Perdón Martita preciosa –Dije tocando sus mejillas– Ya voy –Tomé la charola con todos los menjurjes que necesitaba la señora para una sola taza de té y me apresuré hasta su habitación

Ella estaba al teléfono y después de un par de toques en la puerta me hizo una señal con la mano de que pasara.

- Deja el té por ahí –Asentí y lo dejé justo donde siempre iba el té, siguió hablando y me hizo señas de que me fuera

Llegué de nuevo a la cocina y me senté en la mesa donde comíamos los del servicio.

- Que bonito es el jardín ¿No? Tan grande y cuidado, todas esas flores –Dije casi para mí, con la mirada perdida en el precioso jardín trasero

- Lo sé, por eso me casaré con Manuel, él sabe de jardines –Me contestó otra de las chicas de limpieza, Norma

- ¿Manuel? ¿Manuel el jardinero? –Pregunté emocionada

- Si, bueno él aún no sabe que nos casaremos pero estamos saliendo –Me reí

- Sera tonto si te deja ir –Sonrió

- Y tú serás tonta si dejas ir a Mario...

- Oh cállate ya Norma –Dije en un tono de enfado y broma

- Cuando te ve, la comida le queda incluso más rica –Reímos

- Que boba eres –Rodé los ojos

- ¿Por qué no le haces caso? –Se puso seria

- Porque no tengo tiempo, en nada voy a comenzar a estudiar y entre el trabajo y la escuela no podré con nada más –Excepto ayudar a Manu en la casa

- Que mentirosa, si te casas con él no necesitarás ni trabajar ni estudiar –Dijo elevando las cejas

- Y viviré llena de hijos en una pequeña casa a las afueras de la ciudad, en una de las peores regiones –Me miró como sentida

- Lo dices como si fuera malo –Dijo un tanto molesta

- No digo que sea malo, pero tampoco es lo que quiero –Elevé los hombros, no era necesario que nadie me comprendiera, luego de ver esas lujosas casas y mujeres hablando de viajes al otro lado del mundo, no deseaba conformarme con eso

- Ay Lia, eres una sirvienta, ¿En serio crees que algún día podrás vivir en una casa como esta? –No lo decía por ser mala

- No digo que como esta, ni mucho menos más bonita (Si es que las hay) pero tengo otras aspiraciones. No quiero ser una sirvienta el resto de mis días –Rodó los ojos

- Sigue soñando –Dijo tomando un trapeador para seguir su labor

- Pues será sueño, pero sólo por ahora –Dije apretando los puños y manteniendo la esperanza

- ¿Qué cosa?

- Ay que susto Martita –Dije mirándola

- Ustedes disculparan que escuche sus conversaciones –Dijo como si Norma siguiera en la cocina– No pude evitarlo, llevo 10 años trabajando en esta casa y nunca en mi vida escuché a alguien de la limpieza decir que no deseaba casarse para dejar de trabajar –Me sonrió

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora