21.-.

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Ese lugar era un infierno, de día mantenían a las ruidosas y rebeldes encerradas, en total éramos como 4 nuevas. A Danna la obligaron a prestar servicios sexuales enseguida y a mí, por alguna razón desconocida les daba igual tenerme ahí encerrada.

- Dos, oye Dos –Le dije cuando estaba a punto de salir

- Dime –Era un tipo amable a pesar de todo, estaba segura de que detestaba estar ahí

- Me puedes regalar un poco de agua –Pedí intentando entablar un pequeño lazo con él

- Si, ya regreso –Dijo para después cerrar la puerta suavemente como siempre

- ¿Qué haces? –Se interesó Danna

- No sé –Mentí

- Creerás que sueno egoísta –Era una chica de unos 16 años– pero ¿Por qué no me dejan como a ti? Llevamos 2 semanas aquí y quiero morirme, es asqueroso el sólo hecho de pensar que hoy debo salir ahí de nuevo y... –La puerta la interrumpió

- Aquí está el agua –Lo miré y sonreí un poco

- Gracias –Tomé el vaso directo de sus manos, pasando las mías sobre las suyas y luego me llevé el vaso a la boca, como si muriera de sed

- Debo irme –Dijo como para sí mismo y salió de ahí

- No sé Danna, te juro que no sé –"Pero lo agradezco, ya pasé por eso una vez"

Me quedé dormida hasta que la puerta se abrió de golpe, entró María Alejandra, ella si tenía permitido salir, y tras ella la mujer esa.

- A ver mexicanita, se te acabó el 20 mija', fue suficiente tiempo el que te di...

- ¿Qué? –La miré confundida

- Me caíste bien, desde el principio, una corazonada. Hoy sales porque sales, no puedo mantenerte del dinero de las otras, además las que manda Andrews siempre ganan mejor que las otras –"No, no, no, no, no" Era todo lo que pasaba por mi mente

Luego de media hora ellas estaban listas y yo seguía con la mirada perdida, pensando en todo lo que pude prevenir de hacerle caso a Manu y dejar de pensar que algo tan maravilloso podía sucederle a alguien como yo.

- Mira Lia, le caíste bien, pero no creo que te soporte esto –Dijo Mariale mirándome con pena

- No salgas, mejor no lo hagas –Soltó Danna

- Salgan –Esta vez era Dos quien apareció por ellas– Tú también –Dijo sin esa voz furiosa que ocupaba el otro verdugo

- Dos –Lloriqueé

- No es decisión mía...

- Maldita sea Dos ¿Qué haces aquí? –Dije soltando la furia que me carcomía

- Por favor, vístete y baja... Haré lo posible para que nadie te toque –Dijo acercándose hasta mi oído para que aquello no lo escucharan mis compañeras de cuarto

Me metí al baño con un vestido de prostituta en las manos, unos tacones con los cuales se me doblarían las rodillas y me hice un chongo alto.

- Mira lo que te has hecho Lia –Me dije frente al espejo para luego limpiar un par de lágrimas

****

Los meses se pasaron lentos y pesados, llevaba ya casi 4 en ese maldito lugar, Dos, cuyo nombre real era Franz, había cumplido su promesa, de alguna manera lograba que Carola aceptara menos "clientes" para mí, pero de cualquier manera estaba obligada a cubrir cierta cuota.

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora