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- Debería dormir el resto del camino –Me dijo

- No puedo –Dije, dirigiendo la mirada a la ventana

- ¿Le dije antes mi nombre? –Intentaba aligerar el ambiente

- No –Susurré

- Mi nombre es Edmond –Me tendió la mano

- Elizabeth –Tomé su mano tímidamente

- En veinte minutos estaremos en casa –Sonrió y asentí, yo sabía que no estaría en casa hasta no sentir los brazos de Manu apretándome contra él y diciéndome que él tenía razón

Luego de unos 20 minutos, a eso de las 5 de la mañana llegamos a una zona un poco alejada de la ciudad, parecía un lugar extraño y un tanto preocupante para una mujer que tenía poca confianza en lo que sucedería después.

- ¿Dónde estamos? –Pregunté directamente a Edmond

- Es una zona un tanto aislada, en Hamburgo, al señor le gusta así, detesta... Oh, llegamos –Señaló a la entrada

Era una barda enorme y en la entrada había una caseta de vigilancia con un hombre atento a cada movimiento de los autos que llegaban.

- Abre flojonazo –Dijo Edmond por el radio que llevaba encima

Las puertas se abrieron automáticamente y un par de kilómetros después comenzó a aparecer una bonita casa, completamente blanca, con ventanales enormes, rodeada de algunos árboles.

- Olvidé preguntarle el nombre de su jefe –Dije pensando "Vaya jefe, debe estar nadando en billetes"

- Y yo olvidé decírselo, di por sentado que lo sabía –Abrió la puerta y nuevamente omitió el nombre

Justo antes de que se abriera la puerta principal, gracias al código que introdujo Edmond, por mi mente cruzó la imagen del señor Michael, seguramente a él sería quien Franz le había pedido ayuda.

- Elizabeth, una disculpa por no ser yo personalmente quien fuera por ti, pero tengo una imagen pública, me disculpo de nuevo –Apareció el señor Michael unos pasos después de la puerta

- Gracias –Tomé su mano entre las mías– No tiene idea de cuánto le agradezco –Aguanté las lágrimas

- Se lo debes más a Franz –Me tomó por el hombro y me llevó hasta la sala de estar– Siéntate –Después se sentó a mi lado

- ¿Cree que pueda ver a Franz? –No quitó la mirada que tenía fija en uno de los ventanales desde que se sentó

- Sí, podría asegurarlo. Ahora hay que concentrarnos en arreglar tus papeles para que no tengas problemas con la justicia Alemana –Sonrió elevando una ceja

- Muchas gracias, la verdad es que no tengo manera de agradecérselo –Me miró sin dejar de sonreír

- Basta ya, que me sentiré todo un filántropo...

- Tal vez lo sea –Se carcajeó

- Es la primera vez que ayudo a alguien Elizabeth –Por supuesto que no le creí

- Ese alguien en verdad se lo agradece, pero preferiría no incomodar, Franz me comentó lo de su matrimonio y...

- Basta, basta, no incomodas a nadie. Pero prefiero que te mantengas aquí, segura. Nos acabamos de meter en un buen lío, esos hombres son de venganzas. Yo avanzaré el asunto legal con algunos contactos y tú debes permanecer aquí, sin ponernos en riesgo ¿De acuerdo? –Agaché la mirada

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora