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- Elizabeth –Se movió un poco sobre la cama

- Dime –Pedí cuando se quedó en silencio

- Es que... No sé cómo decirlo... Lamentó que mi abuelo haya dicho tales cosas sobre una boda y todo eso...

- ¿Por qué? –Giré para quedar de frente a él

- Porque yo sé que tú tienes otra vida en tu país y... No sé, no creo que en tus planes esté pasar tu vida a mi lado...

- No es momento para hablar algo así –No quería darle a entender que no me quedaría a su lado, deseaba eso, pero también Sus me esperaba

- Hasta mañana –Se giró dándome la espalda e hice lo mismo

Tuve insomnio y al parecer era otra cosa que compartíamos, cuando abrí los ojos a las 3:23 am, Michael estaba sentado junto a la ventana, con un cigarrillo entre los labios y la mirada perdida. Me quedé recostada, observándolo sin que lo notara.

Luego de unos minutos dirigió su vista a mí.

- ¿Te desperté? Perdona –Se disculpó de inmediato

- No, no, insomnio –Respondí mirando cómo se acercaba a mí

- ¿Quieres bailar? –Me reí

- Estas demente...

- Ven –Tomó mi mano

- No Michael... No llevo ropa –Dije recordándole que estaba tan en ropa interior como él

- Cerraré los ojos –Reí

- Ciérralos –Señalé su rostro y lo hizo

Tomada de su mano salí de la cama y lo observe de arriba abajo, gracias a la tenue luz que se colaba por el ventanal. "Madre mía, que perfecto" llevaba puestos unos bóxer negro, de esos que acentuaban cada musculo de su trasero y parte de las piernas.

Lo guie hasta la parte libre de la habitación.

- No abras los ojos –Le indiqué y él sonriendo asintió

- Acércate Elizabeth –Con sus manos recorrió mis brazos

- Bien –Susurré sintiendo escalofríos

Puse mis manos sobre sus brazos y él suavemente buscó mi cintura, con una mano tomó una de las mías y con la otra me pegó a él, comenzó a bailar en un lento ritmo imaginario, de un lado a otro, balanceándonos suavemente.

- Des yeux qui font baisser les miens

Un rire qui se perd sur sa bouche

Voilà le portrait sans retouche

De la femme auquel j'appartiens

Quand elle me prend dans ses bras

Il me parle tout bas

Je vois la vie en rose [...] –Comenzó a cantar a mi oído sin abrir los ojos y sin dejar de bailar

El rose de su piel contra la mía, su delicado cantar y el bamboleo de nuestros cuerpos me provocaban huracanes hormonales, unas ganas terribles de hacerlo mío. Besó mi cuello un par de veces y lo vi abrir los ojos al finalizar la canción.

- ¿Te quedarás más que esta noche a mi lado? –Preguntó mirándome a los ojos, con nuestras manos aún unidas

- No sé si pueda prometerlo –Susurré

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora