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Pasaron tres días sin obtener noticia alguna de Edmond, Michael estaba en extremo ansioso y malhumorado, trataba mal a los chicos de seguridad y en ciertos momentos yo prefería no acercarme a él, estaba de terrible humor la mayoría del tiempo.

- ¿Sabes qué? Estoy cansado de ti y tu equipo, cuando quieran pueden tomar sus cosas y largarse de una jodida vez –El que las llevaba todas era el tipo que nos avisó de la luz, Gael

- Señor, perdón pero no puedo hacer eso, he firmado un contrato y...

- Vete de aquí –Dijo furioso

Yo me limité a terminar de bajar las escaleras sin dejarle saber que lo había escuchado.

- Hola –Dije esperando que no me mandara al carajo también

- Buenos días belle –Dijo alborotándose un poco el cabello

- ¿Todo bien?

- No, no, perdón –Me abrazó de la nada

- ¿Por qué cariño? –Dije acariciando su cabello como si de un pequeño se tratara

- No sé cómo pude ser tan idiota –Me asusté un poco

- ¿De qué hablas? –Pregunté en un susurró

- Es que... Maldición... He estado siendo la persona más estresada y ansiosa del planeta en estos últimos días y creo que no mereces conocer a un Michael así...

- Yo te amo aún estresado y enfadado –Besé su cuello

- Olvidé la maldita medicación para la ansiedad –No tenía idea de que se medicaba

- ¿Por qué no lo dijiste antes?

- En realidad es algo que está bajo control hasta que paro de tomar el medicamento por un par de días y los frascos están vacíos, he intentado contactar a Edmond...

- Tal vez podamos conseguirlos en alguna farmacia cercana...

- No, necesita contactar a mi psiquiatra, es medicamento controlado –Besó mi frente

Estuvimos todo el día tirados en la cama, esperando que Edmond por fin se contactara e intentando estresar lo menos posible a Michael.

De pronto desperté de una pequeña siesta y lo vi dormido a mi lado, en ese momento me pareció un poco frágil, un tanto vulnerable, acaricié suavemente su cabello y me quedé observándole. Escuché timbrar su móvil y me acerqué para notar que era un número desconocido, medio despertó y le señalé que le llamaban.

- Gracias –Susurró adormilado– Diga –Soltó serio– Debes volver y hablar con Annao, no me di cuenta de que el medicamento estaba agotado –Al parecer Edmond lo conocía a la perfección, escuchó un poco a su interlocutor– Gracias, ojalá estés aquí para mañana –Un par de palabras más y colgó– Al fin... Al parecer todo salió excelente y mañana mismo estará aquí o tal vez esta noche, si logran obtener permiso para volar

- Me alegra –Dije besando su hombro, estaba sentado a la orilla de la cama

- Quiero salir de aquí, tomar un respiro, besarte al aire libre –Dijo mirándome

- Me agrada tu idea –Lo besé de nuevo

- Pediré que no nos sigan, no los soporto –Sonreí

- Son la seguridad cariño, no pueden perdernos de vista...

- Ese tipo, jefe de seguridad, te mira de más ¿Lo has notado? –Me sorprendió aquella declaración

- Claro que no –Solté seria– que bobadas ¿Crees que se atrevería a mirar a la esposa del jefe? –Recalqué la palabra esposa

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora