71.-.(ELIZABETH)

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- Kath, tienes una llamada de tu abuela –La llamé mientras estaba al piano.

- Hola abuela –Le di espacio para que hablara, fui en dirección a la cocina donde Alejandro me esperaba.

- ¿Qué te parece? –Señaló la pasta recién horneada.

- Parece deliciosa –Sonreí.

- ¿Algún día aceptaras salir conmigo?

- Tal vez esta noche, creo que la nana podrá quedarse con Kath.

- ¿Hablas en serio?

- Siento que ha sido demasiado ¿Comprendes? –Probé un poco.

- Siento que estas muy tensa –Rio.

- Un poco –Pasó hasta estar detrás de mí y comenzó a masajear mis hombros.

- ¿Está bien? –Su aliento chocó contra mi cuello y me erizó la piel.

- No, no –Me alejé y miré en dirección a donde podía entrar mi hija.

- Tienes derecho...

- Cállate...

- Mami, la abuela –Me dio el teléfono y me miró expectante– Di que sí, di que sí –Susurró moviendo sus piecitos y cruzando los dedos.

- Dime Hilda –Dije tranquila.

- Elizabeth, sé que tal vez te niegues rotundamente... La niña me ha pedido visitarme y me gustaría que ambas vinieran, ya sabes, perdonar el pasado y estar bien por ella –Saqué aire.

- No lo creo...

- Mami por favor –Los ojos de Kath se inundaron y yo sentí un dolor punzante.

- Por favor Elizabeth, no puedes negarme así ver a mi pequeño rayito de sol –Su voz se quebró.

- Hilda, tú conoces mis razones, lo hemos hablado antes –Intenté que Katheryn no comprendiera lo que hablaba.

- En la casa de la Toscana ¿Te parece? Lejos de Alemania –Y lejos de Michael.

- Lo pensaré.

- Por favor mami –Suplicó mi hija.

- Tal vez estas vacaciones –Accedí.

Katheryn comenzó a dar saltos por toda la cocina e Hilda se emocionó, comentó que lo planearía todo y que estaríamos en contacto para acordar las fechas.

- Tú irás a Italia y yo saldré esta noche ¿Te parece un buen trato? –Le pregunté.

- ¡Sí! –Gritoneó– Iré al piano.

- ¿Estás segura? –Me miró desconfiado, refiriéndose a que aceptara ver a la madre de Michael.

- No... En lo absoluto, pero es su abuela, no puedo negársela toda la vida ¿No crees?

- ¿Y si es una treta de él? –Se refería a Michael.

- No lo creo, el abuelo Allard ha sabido controlarlo.

Cenamos la pasta con Katheryn y luego de que se fuera a dormir tomamos un poco de vino.

- ¿A dónde iremos?

- Ya cenamos...

- A tu apartamento –Solté.

- ¿Qué? –Parecía alucinado.

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora