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La casa fue quedando poco a poco vacía, las personas se fueron despidiendo y para las 9:00 pm, ya no quedaban más que su hermana, sus padres y la pelirroja. El abuelo se había marchado un par de horas antes.

- Has estado muy seria –Comentó Michael cuando me despedí de él y sus acompañantes para ir a dormir

- Estoy un poco cansada –Sonreí– no dejes a tu familia por mí ¿Hablamos mañana?

- Bien –Besó dulcemente mi frente– Elizabeth –Me detuvo cerca de las escaleras– ¿Puedo besarte de nuevo?

Me acerqué hasta él y delicadamente unimos nuestros labios, era el hombre perfecto.

- Michael... Oh lo siento –Yo agaché instintivamente el rostro ante la voz desconocida

- Stephie...

- Me despido –Dijo ella evitando mirarme

- Nos vemos el lunes –Le sonrió él

- Por supuesto...

- ¿No te despides de Elizabeth? –Pareció molestarle que me ignorara

- Lo siento –Regresó ella– hasta pronto Elizabeth

- Hasta pronto Estephanie –La miré directo a los ojos y enseguida giró para marcharse– No debiste hacer eso –Recriminé a Michael en cuanto la chica estuvo lejos

- ¿Por qué? Fue mal educada contigo...

- Tan solo exteriorizo lo que el resto de la gente hubiera hecho de no estar cerca de ti todo el tiempo, verme como la persona inferior que soy...

- Cállate Elizabeth, no seas tonta –Se molestó ante mis declaraciones– Mírame –Pidió– No eres inferior, no digas estupideces ¿A caso no soy tan persona como tú? –Después de recibir mi silencio como respuesta me enredo en sus brazos y besó mi cabeza un par de veces– Eres maravillosa y no debe importarte lo que dicen de ti los que no saben quién eres, porque eres muy valiosa y por eso te quiero conmigo –Negué– Ven aquí –Tomó mi mano y tirando de mí, llegamos hasta mi habitación, hizo que me parara frente al espejo y él se paró a mis espaldas– ¿Qué ves?

- Nada Michael, no veo nada –Agaché la mirada

- Es porque no miras bien –Levantó mi cara desde la barbilla– Yo veo a Elizabeth, una guerrera, una atractiva mujer que con una inyección de autoestima intimidaría a cualquiera, con esa piel trigueña y esos ojos oscuros, cuando sonríes me haces sentir en casa, cuando me miras siento deseos de sonreír, sonreír sinceramente –Señaló mi pecho– desde aquí. A mí no me importa lo que el resto vea en ti, mi belle4, porque lo único que deseo es que tu mirada sea brillante de nuevo y que podamos sonreír sinceros el uno al otro –Me giré con los ojos aguados y me abracé a él

- ¿Por qué eres tan bueno? –Susurré

- Porque te miro y no puedo ser de otra manera –Me apretó un poco contra él

- ¿No te importa el pasado, ni mi origen? ¿No te importa lo que no sabes de mí? ¿En verdad te es indiferente que algún día alguien lo sepa y pueda dañar tu imagen? ¿Has pensado en que tu familia puede no aceptar que tengamos algo?

- No Elizabeth, no he pensado nada porque estando a tu lado nada me importa –Me besó– no tengas más dudas

- No sé si pueda evitarlo.

- ¡Oh ma belle! Si sientes la mitad de lo que yo, estoy seguro que lo evitaras –Besó mi frente– Descansa Elizabeth

Cerró la puerta al salir y yo me miré una vez más al espejo– ¿A caso puedes darle si quiera la mitad de lo que él te ofrece? –Me pregunte mirándome, era verdad lo que decía, no era fea en absoluto, pero ¿Era suficiente?

Flores en tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora