- Porque no soportaba la idea de que estuvieras jugando conmigo ¿Bien? –Se levantó en un movimiento y tomó mi cara entre una de sus manos– No soportaba pensar que deseabas estar con él, pero lo corroboré, es lo que deseas ¿No?
- ¿Tú no leíste las cartas cierto? –Aflojó su agarre
- ¡No pude!
- Pues debiste, porque quien las leyó te ha mentido –Di dos pasos atrás, hasta chocar con el mueble a mis espaldas
- Mentirosa –Tiró mi cara hacía un lado y se alejó un poco
- Como quieras Michael, yo jamás le prometí que volvería y tampoco siento por él más cariño que el de hermanos. Ojalá las hubieras leído, por lo menos de esa manera no pensarías que te he mentido.
Tomé la perilla de la puerta y en ese instante tiró con fuerza de mi brazo.
- Júramelo Elizabeth, júrame que no me abandonaras –Con ambas manos quitaba el cabello de mi rostro, con desesperación y después me tomó por los hombros
- Estás lastimándome –Me derrumbé en sus brazos una vez más y ambos quedamos abrazados con las rodillas sobre el suelo
- Júramelo –Insistió
- ¡Te lo juro! Te juro que te amo, que nunca he amado a nadie como lo hago contigo. Te juro, Michael, que jamás he pensado si quiera en alejarme de tu lado. Te amo –Dije entre sollozos
- Y yo, te amo –Susurró a mi oído
- Júrame que me crees, dilo Michael, retracta esa maldita idea de que te he utilizado...
- Pero las cartas...
- Escúchame –Tomé su rostro entre mis manos– Si tú dudas de mí no tengo más nada que hacer aquí, así me muera al dejarte, no podría vivir a tu lado sabiendo que piensas que tengo interés en algo que no seas tú como persona.
- ¿Nunca me viste como un maldito pasaporte de salida?
- Nunca Michael, nunca, nunca, nunca –Lo miré directo a los ojos
- ¿No lo amas?
- No, te amo a ti y quiero casarme contigo por las razones correctas –Apenas rosó sus labios con los míos
- Carajo Elizabeth...
- Dime que me crees, mírame a los ojos y dímelo Michael –Sostuve su cara entre mis manos
- Lo hago, lo hago –Repitió a susurros– Te creo Elizabeth, no quiero que te marches de mi lado... Pero...
- ¿Pero qué? –Pregunté mucho más tranquila
- Abrázame ma belle –Dijo envolviéndome en sus brazos y apretándome fuerte contra él
Con su rostro en mi cuello y sus brazos rodeándome, nos quedamos así por unos minutos, de vez en cuando un suspiro se escapaba de mí y él me apretaba un poco más.
Dormimos lo que restaba de madrugada, al menos lo intenté. Por mi mente seguían pasando miles de cosas, pero el sentir su tibio cuerpo enredado al mío lograba disipar cualquier duda.
Por la mañana llenó mi rostro de besos y se despidió para partir al trabajo.
El teléfono sonó para acabar con mi nada profundo sueño.
- Hola Emma –Dije luego de mirar el identificador
- Hola pequeña Elizabeth ¿Estás lista?
- ¿Para qué? –Me asusté un poco

ESTÁS LEYENDO
Flores en tu pelo
De Todo- ¡Arriba cariño! -Las delgadas manos de mi madre mueven mi pequeño cuerpo- Vamos, vamos Lia, no hay mucho tiempo. - ¿Mami? ¿Qué sucede? -Pregunto con el pelo sucio y enmarañado sobre mis ojos - En silencio -Susurra luego de un bajito "shh" Me toma...