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Theresa echaba mucho de menos Hogwarts. Necesitaba el calor de la sala común de Gryffindor. Aunque sus elfos domésticos cocinaran genial, echaba de menos las increíbles comidas de Hogwarts. Y, sobre todo, echaba de menos a sus amigos. Los Malfoy venían algunas tardes a tomar el té, en las que Draco y Theresa se la pasaban volando en el jardín de la enorme mansión Stone con sus Cometa 260.


Ya llegó el día. Esa misma mañana salía el tren para volver a Hogwarts. Theresa ya tenía listo su baúl y sus padres la esperaban en la entrada. Los tres se aparecieron en una esquina de King's Cross y pasaron juntos por la entrada del andén nueve y tres cuartos. Allí, los esperaban los Malfoy.

Theresa se despidió de todos los adultos y junto a Draco entraron en un compartimento. La chica realmente esperaba ver a su mejor amiga Hermione, ya que aunque habían estado comunicadas por carta, necesitaba darle un abrazo.

Cuando ya llevaban varias horas de trayecto, la chica vislumbró una melena encrespada por el cristal de la puerta. Hermione buscaba por todos los compartimentos a su amiga, hasta que se paró frente al suyo con una enorme sonrisa que resaltaba sus prominentes dientes. Draco bufó.

Theresa se levantó de un salto y abrió la puerta, abalanzándose sobre su amiga sonriendo.

- Queda sólo una hora para llegar -dijo ésta, dándole una mirada inquisitiva a Draco, que simplemente la ignoró.

- Oh, claro, ya mismo me pondré el uniforme. Llegaremos para la cena, ¿cierto?

- Exacto. Muero por volver a comer la comida de la escuela -sonrió Hermione, causando la risa de Theresa.

- ¿Con quién estás en el compartimento?

- Con Neville Longbottom y Hannah Abbott. ¿Quieres... queréis venir? -rectificó la chica, causando una agradable sorpresa en Draco, aunque nunca lo admitiría. Aún así, Draco se limitó a negar con la cabeza.

- No, no queremos -contestó, sin despegar la vista del paisaje. Theresa se encogió de hombros, aunque estaba molesta porque, de nuevo, Draco había contestado sin esperar si quiera su opinión.

- Nos vemos en Hogwarts, Herms, o podemos esperarnos en el andén para entrar juntas -le sonrió levemente la chica, intentando restarle importancia a la seca actitud del rubio.

- Claro, yo me volveré al compartimiento. ¡Hasta luego! -se despidió alegre y salió. Luego de eso, Theresa echó las cortinas para tapar las ventanas de la puerta.

- Voy a cambiarme, Draco, no mires -le advirtió esta, y el chico bufó.

- No seas tonta, no voy a mirarte.

Theresa suspiró. Se dirigió a la esquina más alejada del compartimento y se cambió de ropa al uniforme de Gryffindor. Olía a vainilla, señal de que los elfos domésticos lo habían lavado. Y le encantaba.

- El uniforme de Slytherin queda mejor -presumió el rubio, señalándose a sí mismo. Al parecer, él también había aprovechado el tiempo para cambiarse.

- Es muy bonito -admitió Theresa-. Pero apuesto a que a Crabbe o Goyle no les queda tan bien -bromeó, haciendo reír a su amigo.

- Eres muy mala, ¿lo sabías?

- Venga ya, Draco. Sólo bromeaba -rodó los ojos y se sentó de nuevo. Draco se puso a su lado.

- ¿Qué piensas de Pansy? -le preguntó, causando sorpresa en la chica.

- No la conozco... pero se ha metido muchas veces con mis amigos, así que no creo que sea buena persona -miró sus uñas, nerviosa.

- ¿Crees que no soy buena persona?

- Conmigo sí, con mis amigos no. Y eso tú mismo lo sabes. Eres diferente cuando no estás conmigo, Draco -sentía que estaba a punto de llorar.

- ¿Me tratas diferente a mí que a tus otros amigos?

- Creo que no.

- Pero yo sí te trato diferente a ti que a mis otros amigos -se levantó del asiento. Theresa no quería empezar una pelea, pero estaba harta de darle siempre la razón.

- Entonces debes replantearte quienes son tus amigos de verdad, y qué soy yo para ti -no apartó la vista de sus ojos plateados en ningún momento. Apenas pestañeaba.

- Quizá tengas razón -espetó y salió del compartimento. Theresa no pudo evitar soltar algunas lágrimas. Hermione llegó corriendo.

- ¿Qué ha pasado? He visto a Malfoy pasar hecho una furia por delante de mi compartimento. ¿Estás bien?

Theresa negó.

- Es como si no nos conociéramos -hipó-. Me trata fatal.

- Debes dejarlo ir, Tessa. ¿Crees que alguien que te hace sentir así merece la pena? Seguro que hay alguien ahí que te tratará mejor.

La chica se secó las lágrimas con sus manos y respiró hondo varias veces. En ese momento, el tren había llegado a Hogwarts. Era completamente de noche. Ambas chicas salieron del tren juntas, de la mano. Pasaron por delante de Draco y Theresa simplemente lo ignoró, a pesar de que este no paraba de llamarla.

Entraron al Gran Comedor y todos los alumnos que se habían quedado allí por Navidad aplaudieron mientras reían. Las chicas corrieron hasta sus amigos. Theresa abrazó a Harry.

- Gracias por el regalo -susurró ésta. Harry le besó la mejilla. Hizo lo mismo con Ron.

Al separarse del pequeño pelirrojo, notó que alguien la llamaba. En la otra punta de la mesa, los gemelos le hacían señas exageradas para que fuera, llamando la atención de todo el Gran Comedor, incluido Draco y su séquito. Theresa corrió hasta los gemelos y los abrazó.

- He traído las fotos que me habéis enviado para tenerlas conmigo siempre -sonrió la chica.

- Eres un bebé -dijo George apretándole los mofletes.

- Le vas a hacer daño, Georgie -lo regañó Fred, haciéndola reír-. ¿Quieres sentarte con nosotros?

Luego de preguntar eso, los gemelos se hicieron a un lado para dejar un hueco en medio de los dos. Theresa sonrió y se colocó en el centro, sintiéndose en casa de nuevo.

Como era de esperar, cenaron entre risas y bromas, sin darse cuenta de que detrás de ella, un rubio la miraba entre enfadado, triste y confuso, pues ni él mismo sabía por qué se sentía así.

treat you better;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora