La doble agresión contra Justin y Nick Casi Decapitado convirtió en auténtico pánico lo que hasta aquel momento había sido inquietud. Curiosamente, resultó ser el destino de Nick Casi Decapitado lo que preocupaba más a la gente. Se preguntaban unos a otros qué era lo que podía hacer aquello a un fantasma; qué terrible poder podía afectar a alguien que ya estaba muerto. Casi hubo una estampida para reservar sitio en el expreso de Hogwarts y así poder ir a casa en Navidad.
Por fin concluyó el trimestre, y con él, la mayoría de los alumnos de Hogwarts se marchaban a casa. Theresa tenía curiosidad de saber cómo eran las cenas de Navidad en Hogwarts, por lo que decidió quedarse el curso que viene. Sabía que iba a echar mucho de menos a Draco esta nochebuena, porque cenar con los Malfoy y los Stone sin un niño a su alrededor para distraerse no iba a ser nada divertido.
Aún así, Theresa estaba ansiosa por que llegara el veinticinco de diciembre para poder enviar los regalos a sus amigos. Su cosa favorita en el mundo era regalar e implicarse al máximo en hacer de sus regalos los más originales, aunque a veces no lo conseguía.
La cena de nochebuena no fue nada extraordinaria. La comida era la misma de todos los años, comida deliciosa preparada por los elfos de los Malfoy, aunque Lucius no podía dejar de preguntarle a Theresa sobre los Weasley y sobre sus costumbres, como si fueran animales. Eso incomodaba mucho a la chica, por lo que cenó como un rayo y se disculpó retirándose a su habitación, dispuesta a escribir las cartas a sus amigos felicitándoles la Navidad.
A los gemelos les regaló dos cajas de bengalas de Filibuster, porque George le había comentado que se le estaban acabando. También les regaló una foto de los tres actualizada, en la cual salían haciendo caras tontas en movimiento. A Fred, a parte, le regaló una pulsera hecha a mano por ella misma. A George un pájaro hecho de papel que tiene vida propia, es decir, que puede volar y moverse donde lo dirijas.
Decidió regalarles a Ron, a Harry y a Hermione. A pesar de todo, seguía teniéndoles cariño, y no quería hacer como si nunca hubiera existido una amistad entre ellos. A Ron le regaló una caja de grajeas de todos los sabores junto a una foto firmada de los Chudley Cannons. A Hermione le regaló la Historia de Hogwarts, que sabía que se había dejado en casa, y subrayó la parte en la que habla de la Cámara de los Secretos con un hechizo que en cuanto leyera esa parte, lo subrayado desaparecería dejando el libro como nuevo. También le regalo una pulsera de plata. A Harry le regaló un amuleto que tenía dentro una foto de ambos y una carta diciéndole que ella no pensaba que era el heredero de Slytherin, y que contaba con ella para cualquier cosa. También le regalo un par de ranas de chocolate.
A los señores Weasley les regaló una guía de hechizos para las tareas del hogar y un delantal hecho a mano para la señora Weasley.
Por último, a Draco le regaló una foto de ambos en la que salen en la torre de Astronomía y Theresa sonríe mientras Draco le besa la mejilla. Es su foto favorita, así que le hizo una copia y se quedó con una para ponerla en su álbum. También le regaló una caja enorme llena de plumas de azúcar, que sabe que son sus favoritas y finalmente, un diario hechizado, en el cual pueden comunicarse sin necesidad de lechuzas, porque Theresa tiene uno igual y lo que escriba uno aparecerá en el diario del otro, desapareciendo una vez que se lea. Le pareció algo interesante, por lo que no dudó en investigar sobre cómo realizar los hechizos necesarios para que todo fuera correcto. Estaba muy orgullosa de sí misma.
Así que, a la mañana siguiente, mandando una lechuza a La Madriguera y otra a Hogwarts, Theresa dio la bienvenida a la Navidad. Se cambió de ropa y bajó a desayunar, donde su madre la esperaba con una deslumbrante sonrisa.
- Buenos días cielo, feliz navidad -dijo, dándole un abrazo.
- Feliz Navidad, mamá -sonrió Theresa-. ¿Dónde está papá?
- Oh, cielo, tu padre tenía que ir a trabajar hoy -se lamentó su madre, mirando con lástima a la chica.
- ¿De nuevo? Creía que ya se había rendido -dijo con reproche.
El señor Stone había tenido un grave accidente en el trabajo hace poco más de un año. Su padre era auror, y a menudo debían enfrentarse a magos tenebrosos, y el riesgo de recibir un Avada Kedavra era cada vez mayor. El padre de Theresa recibió un maleficio aturdidor, en el cual quedó sin conocimiento por más de un mes. Theresa lo pasó realmente mal, y le hizo prometer a su padre que no volvería al trabajo. Los Stone tenían en Gringotts dinero suficiente como para no tener que trabajar en siete vidas, pero como su padre decía, le encantaba su trabajo, y era bien reconocido por ello.
Después de un amargo desayuno, la chica recordó que bajo el árbol le esperaban unos regalos deseando ser abiertos, así que de un salto se levantó y fue a abrirlos todos.
Fred y George le enviaron la primera prueba de sus tan patentados Surtidos Saltaclases, que Theresa decidió no probar, pero se sintió muy orgullosa y emocionada de sus chicos, pues sabía cuánto tiempo llevaban trabajando en Sortilegios Weasley, y era una de las pocas afortunadas en estar dentro del proyecto. También Fred le envió una coleta para el pelo que se enroscaba sola junto a unas varitas de regaliz, que sabe que le encantan.
Ron le regaló un libro titulado Volando con los Cannons, que trataba de hechos interesantes de su equipo favorito de quidditch, y algo le decía a Theresa que Ronald le había regalado lo mismo a Harry. Hermione le había comprado una preciosa pluma de pavo real para escribir, y sonrió al saber que Hermione se había dado cuenta de su expresión al verle la misma pluma a Lockhart. Harry le había regalado una preciosa agenda para organizar sus días que la chica agradeció mucho, pues necesitaba planificar su vida. Los Weasley le regalaron un jersey nuevo con una T en el centro junto a una tarta de melaza, que le encantaban. Finalmente abrió un paquete negro con una M plateada en la esquina, y supo automáticamente que era de Draco; un collar precioso de un reloj de arena verde bañado en plata y varias fotos más de los dos juntos, en las cuales detrás de cada una había descrito los momentos. Y al final del paquete golosinas de todos los tipos que pudiera imaginarse. Sus padres le regalaron un vestido precioso que en el fondo sabían que Theresa no se pondría, pero le gustaba tener esos vestidos en su armario sólo por si acaso. Los Malfoy le regalaron unos zapatos increíbles, pero el tacón era más alto que ella. Estaba muy agradecida con todos.
Subió a su habitación y encontró a su gato blanco, Snow, acurrucado entre las sábanas, se acercó a él y lo acarició:
- Feliz Navidad, pequeñín -sonrió la chica al ver como el gato se subía en su regazo-. Tengo un regalo para ti -dijo dándole una pequeña chuche con sabor a atún. El gato se la comió en un abrir y cerrar de ojos y le ronroneó-. Pronto volveremos a Hogwarts, sé que tienes ganas -le dio un beso en su cabecita y bajó a la sala junto a su madre, para pasar juntas el tiempo que tenían antes de regresar a la escuela.
Sólo esperaba que los chicos no hayan llevado a cabo su plan de colarse en la sala común de Slytherin, y que no hayan habido más ataques a hijos de muggles.

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treat you better;
FanfictionTheresa conocía a Draco desde que eran unos niños, se habían criado juntos. En Hogwarts, los seleccionaron para casas separadas, pero eso no frenó la amistad que se tenían, o eso creía Theresa. En su casa, conoce a Harry Potter y Fred Weasley, unos...