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A la mañana siguiente, Fred despertó a Theresa, tirándose sobre ella como de costumbre. Theresa se vistió, malhumorada por la forma de despertarse y metió a Snow, su gato, en su bolsillo.

Bajaron a desayunar y se sentó junto a Ginny y a Hermione. La señora Weasley se acercó a ellas y empezó a hablarles de un filtro amoroso que había hecho de joven.

Todos estaban muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con Hedwig y Hermes, la lechuza de Percy, encaramadas en sus jaulas.

El viaje hasta King's Cross fue tranquilo. Viajaron en dos coches antiguos de color verde oscuro, conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda. Theresa iba en el coche con Fred, George y Ginny.

Llegaron a la estación con veinte minutos de adelanto.

- Bien pues -propuso el señor Weasley mirándolos a todos-. Como somos muchos, vamos a entrar de dos en dos. Yo pasaré primero con Harry.

Theresa pasó con Hermione. Levantaron la mirada y vieron el expreso de Hogwarts, un tren de vapor color rojo que echaba humo sobre un andén repleto de magos y brujas que acompañaban al tren a sus hijos. Detrás de Theresa aparecieron Percy y Ginny.

- ¡Ah, ahí está Penélope! -dijo Percy, alisándose el pelo y sonrojándose.

Después de que el resto de los Weasley se reunieran con ellos, buscaron un vagón vacío, subieron los baúles y volvieron a salir para despedirse de los padres de Ron.

La señora Weasley besó a todos sus hijos, luego a Theresa, a Hermione y por último a Harry.

- He preparado bocadillos para todos. Aquí los tenéis, Ron... no, no son de conserva de buey... Fred, ¿dónde está Fred? ¡Ah, estás ahí, cariño! -dijo al ver que Fred estaba acariciándole el pelo a Theresa.

Luego de eso, subieron al tren y este partió.

- Tengo que hablaros a solas -dijo Harry entre dientes en cuanto el tren cogió velocidad.

- Vete, Ginny -dijo Ron.

- ¡Qué agradable eres! -respondió de mal humor, y se marchó muy ofendida.

Harry, Ron, Hermione y Theresa fueron por el pasillo en busca del compartimento que habían apartado anteriormente y en éste había un hombre sentado al lado de la ventana y profundamente dormido. Llevaba una túnica de mago muy raída y remendada. Parecía enfermo y exhausto.

- ¿Quién será? -susurró Ron mientras se sentaban y cerraban la puerta.

- Es el profesor R. J. Lupin -susurró Theresa de inmediato.

- ¿Cómo lo sabes?

- Lo pone en su maleta -señaló el portaequipajes donde había una maleta pequeña y vieja.

- Me pregunto qué enseñará...

- Está claro -susurró Hermione-. Sólo hay una vacante, ¿no es así? Defensa Contra las Artes Oscuras.

Los chicos ya habían tenido dos profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras, que habían durado sólo un año cada uno. Se decía que el puesto estaba gafado.

- ¿Qué nos ibas a contar? -dijo Ron a Harry. El azabache explicó la conversación entre los señores Weasley y las advertencias que el señor Weasley acababa de hacerle sobre Sirius Black, el fugitivo que acababa de escapar de Azkaban. Cuando terminó, Ron parecía atónito, Hermione tenía los ojos como platos y Theresa se tapaba la boca con las manos. Las apartó para decir:

treat you better;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora