35

555 28 7
                                    

Tres días antes del primer examen, durante el desayuno, la profesora McGonagall hizo otro anuncio a la clase.

- Tengo buenas noticias -dijo, y el Gran Comedor estalló en alborozo.

- ¡Vuelve Dumbledore! -dijeron varios.

- ¡Han atrapado al heredero de Slytherin! -gritó una Ravenclaw.

- ¡Vuelven los partidos de quidditch! -rugió Wood.

Cuando se calmó el alboroto, dijo la profesora McGonagall:

- La profesora Sprout me ha informado de que las mandrágoras ya están listas para ser cortadas. Esta noche podremos revivir a las personas petrificadas. Creo que no hace falta recordaros que alguno de ellos quizá pueda decirnos quién, o qué, los atacó. Tengo la esperanza de que este horroroso curso acabe con la captura del culpable.

Hubo una explosión de alegría. Theresa miró a la mesa de Slytherin y vio que Draco no participaba de ella. Harry y Ron, sin embargo, parecían más felices que en ningún otro momento de los últimos días. Harry llamó a Theresa para que se sentara con ellos.

En aquel mismo instante, Ginny Weasley se acercó y se sentó junto a Ron. Parecía tensa y nerviosa, y se retorcía las manos en el regazo.

- ¿Qué pasa? -le preguntó Ron, sirviéndose más gachas de avena.

Ginny no dijo nada, pero miró la mesa de Gryffindor de un lado a otro con una expresión asustada.

- Suéltalo ya -le dijo Ron, mirándola.

- Tengo algo que deciros -masculló Ginny.

- ¿Qué es? -preguntó Theresa. Parecía como si Ginny no pudiera encontrar las palabras adecuadas. Abrió la boca, pero no salió de ella ningún sonido.

Harry se inclinó hacia delante y habló en voz baja, para que sólo le pudieran oír Ron, Ginny y Theresa.

- ¿Tiene que ver con la Cámara de los Secretos? ¿Has visto algo o a alguien haciendo cosas sospechosas?

Ginny cogió aire, y en aquel preciso momento, apareció Percy Weasley, pálido y fatigado.

- Si has acabado de comer, me sentaré en tu sitio, Ginny. Estoy muerto de hambre. Acabo de terminar la ronda.

Ginny saltó de la silla como si le hubiera dado la corriente, echó a Percy una mirada breve y aterrorizada, y salió corriendo. Percy se sentó y cogió una jarra del centro de la mesa.

- ¡Percy! -dijo Ron, enfadado-. ¡Estaba a punto de contarnos algo importante!

Percy se atragantó en medio de un sorbo de té.

- Yo le acababa de preguntar si había visto algo raro, y ella se disponía a decir...

- ¡Ah, eso! No tiene nada que ver con la Cámara -dijo Percy.

- ¿Cómo lo sabes? -preguntó Theresa, arqueando las cejas.

- Bueno, si es imprescindible que te lo diga... Ginny, esto... me encontró el otro día cuando yo estaba... Bueno, no importa, el caso es que... ella me vio hacer algo y yo, hum, le pedí que no se lo dijera a nadie. Yo creía que mantendría su palabra. No es nada, de verdad, pero preferiría...

Theresa nunca había visto a Percy pasando semejante vergüenza.

- ¿Qué hacías, Percy? -preguntó Ron, sonriendo-. Vamos, dínoslo, no nos reiremos.

Percy no devolvió la sonrisa.

- Pásame esos bollos, Harry, me muero de hambre.


treat you better;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora