Varios días después, en la sala común de Gryffindor había mucho ruido. Harry, Ron y Hermione estaban sentados juntos, cerca de la ventana. Hermione repasaba los deberes de los chicos.
Theresa estaba con los gemelos y Lee Jordan, en su sofá de siempre, mientras Fred le hacía un masaje en los hombros. Mañana sería el primer partido de quidditch, y los gemelos estaban algo inquietos.
- Vais a hacerlo genial, chicos -les dijo Theresa, mientras bostezaba. Últimamente dormía muy poco.
Se puso a pensar en Draco, llevaba semanas sin hablar con él. Ni siquiera le dirigía una mirada por los pasillos, el rubio hacía como si ella no existiese.
- ¡Eh! -la llamó Fred, pasándole la mano por la cara-. ¿En qué piensas, pequeña bebé?
- No soy un bebé -le sacó la lengua, y los tres amigos se miraron.
- Que no es un bebé, dice -replicó George, revolviéndole el pelo. La chica bufó.
- ¿En qué pensabas? -preguntó esta vez Lee.
- Creo... que voy a escribirle una carta a mis padres -mintió, pero al parecer la creyeron.
- Puedo dejarte pergamino, y la lechuza de Percy siempre está a nuestra disposición -dijo Fred rápidamente. George rió.
- ¿Por qué no vas tu mejor a entregarle la carta a sus padres? -bromeó el gemelo, y Fred lo fulminó con la mirada. Lee dio una carcajada.
- Hasta mañana, chicos -dijo la castaña, bostezando. Se levantó del sofá en el que estaba pero una mano alrededor de su muñeca le impedía avanzar. Fred estaba señalándose la mejilla con los ojos cerrados. Theresa bufó.
- Hasta mañana, zanahoria -dijo después de besarle la mejilla. Fred sonrió.
- Buenas noches -dijeron los tres amigos al unísono. Después de que la chica subiera las escaleras, empezaron a chinchar a Fred con la castaña que no salía de sus pensamientos.
Todos estaban en el campo de Quidditch. Theresa estaba realmente nerviosa. El equipo de Gryffindor pisó el terreno de juego entre vítores y aplausos.
La señora Hooch estaba en el centro del campo, ella hacía de árbitro. Cuando los dos equipos llegaron, les dijo algo en voz baja.
Theresa agarraba, junto a más Gryffindors, un estandarte que decía «Potter, presidente». Harry lo miró y sonrió.Luego, el partido comenzó. Lee Jordan, el amigo de los gemelos, era el comentarista del partido, y estaba vigilado muy de cerca por la profesora Mcgonagall.
El partido no estaba siendo nada favorable para Harry. Su escoba parecía estar totalmente fuera de control.
De pronto, la gente comenzó a señalarle. Apenas podía sujetarse en su escoba.
- No puede ser... -dijo Hagrid- Nada puede interferir en una escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... Ningún chico le puede hacer eso a una escoba.
Ante esas palabras, Theresa cogió los binoculsres de Hagrid y comenzó a buscar en la multitud.
- ¿Qué haces? -gimió Ron.
- Lo sabía -resopló Theresa-. Snape... mira.
El profedor tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse.
- Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba -dijo Theresa.
- ¿Qué podemos hacer? -preguntó Ron.
- Déjamelo a mí -dijo esta vez Hermione.
Esta había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. Unas llamas axules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape. Fue suficiente. Allí arriba, Harry pudo subir de nuevo a su escoba.
Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que se llevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano.
- ¡Tengo la snitch! -gritó, agitándola sobre su cabeza.
- No es que la haya atrapado, es que casi se la traga -todavía gritaba Flint veinte minutos más tarde. Pero aquello no cambió nada. Harry no había faltado a ninguna regla y Lee Jordan seguía proclamando alegremente el resultado. Gryffindor había ganado por ciento setenta puntos a sesenta. Theresa, Harry, Ron y Hermione estaban tomando té en la cabaña de Hagrid. Harry no oía nada.
- Era Snape -explicaba Ron-. Nosotros lo vimos. Estaba maldiciendo tu escoba. Murmuraba y no te quitaba los ojos de encima.
- Tonterías -dijo Hagrid, que no había oído una palabra de lo que había sucedido-. ¿Por qué iba a hacer algo así Snape?
Los cuatro chicos se miraron, preguntándose qué le iban a decir. Theresa decidió contarle la verdad.
- Descubrimos algo sobre él... -dijo a Hagrid.
- Trató de pasar ante ese perro de tres cabezas, en Halloween. Y el perro lo mordió. Nosotros pensamos que trataba de robar lo que ese perro está guardando -continuó Harry.
- ¿Qué sabéis de Fluffy?
- ¿Fluffy? -preguntó Theresa.
- Ajá... Es mío... Se lo compré a un griego que conocí en el bar el año pasado... y se lo presté a Dumbledore para guardar...
- ¿Sí? -preguntaron los cuatro a la vez, con nerviosismo.
- Bueno, no me preguntéis más -dijo con rudeza Hagrid-. Es un secreto.
- Pero Snape trató de robarlo.
- Tonterías. Snape es un profesor de Hogwarts, nunca haría algo así -dijo Hagrid.
- Entonces ¿por qué trató de matar a Harry? -gritó Hermione.
- Yo conozco un maleficio cuando lo veo, Hagrid. Lo he leído todo sobre ellos. ¡Hay que mantener la vista fija y Snape ni pestañeaba, yo lo vi! -le dijo Theresa.
- Os digo que estáis equivocados -dijo ofuscado Hagrid-. No sé por qué la escoba de Harry reaccionó de esa manera... ¡pero Snape no iba a tratar de matar a un alumno! Ahora, escuchadme los cuatro, os estáis metiendo en cosas que no os conciernen y eso es peligroso. Olvidaos de ese perro y olvidad lo que está vigilando. En eso sólo tienen un papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel...
- ¡Ah! -dijo Theresa.
- Entonces hay alguien llamado Nicolás Flamel que está involucrado en todo esto, ¿no? -terminó Harry.
Hagrid pareció enfurecerse consigo mismo.
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treat you better;
FanfictionTheresa conocía a Draco desde que eran unos niños, se habían criado juntos. En Hogwarts, los seleccionaron para casas separadas, pero eso no frenó la amistad que se tenían, o eso creía Theresa. En su casa, conoce a Harry Potter y Fred Weasley, unos...