Cuando ya los cuatro amigos estaban en la sala común esa misma noche, Harry les contó a Theresa y a Hermione todo lo del espejo de Oesed; que había podido ver a toda su familia, sonriéndole, saludándole, y que Ron se había visto como capitán de quidditch. Theresa sentía una enorme curiosidad por saber cuál sería su más profundo deseo, pero Harry le contó que el espejo había sido llevado a otra casa.
Hermione estaba dividida entre el horror de la idea de Harry vagando por el colegio tres noches seguidas y desilusionada porque finalmente no hubieran descubierto nada sobre Nicolás Flamel.
Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos en los recreos, pero no encontraban nada.
Un día muy lluvioso, Hermione, Ron y Theresa se encontraban en la sala común de Gryffindor. Ron y Hermione estaban jugando al ajedrez, mientras que Theresa hacía los deberes. Harry llegó del entrenamiento de quidditch, con cara de pocos amigos.
- ¿Qué te sucede? -le preguntó Theresa, llamando la atención de sus otros dos amigos. En tono bajo, para que nadie más les oyera, Harry les explicó que Snape sería el próximo árbitro de quidditch.
- No juegues -dijo de inmediato Hermione.
- Diles que estás enfermo -añadió Ron.
- Finge que se te ha roto una pierna -sugirió Hermione.
- Rómpete una pierna de verdad -dijo Theresa.
- No puedo -dijo Harry-. No hay un buscador suplente. Si no juego, Gryffindor tampoco puede jugar.
En aquel momento Neville cayó en la sala común. Nadie se explicó como se las había ingeniado para pasar por el agujero del retrato, porque sus piernas estaban pegadas juntas, con lo que reconocieron de inmediato el Maleficio de las Piernas Unidas.
Todos empezaron a reírse, salvo Hermione y Theresa, que se puso de pie e hizo el contramaleficio. Las piernas de Neville se separaron y pudo ponerse de pie, temblando.
- ¿Qué ha sucedido? -preguntó Hermione, ayudándolo a sentarse junto a Harry y Ron.
- Malfoy -respondió Neville-. Lo encontré fuera de la biblioteca. Dijo que estaba buscando a alguien para practicarlo.
- ¡Ve a hablar con la profesora Mcgonagall! -lo instó Hermione-. ¡Acúsalo!
Neville negó con la cabeza.
- No quiero tener más problemas -murmuró.
- Tú vales por doce Malfoys -dijo Theresa mientras Harry le daba a Neville una rana de chocolate. Hermione, Harry y Ron la miraron sorprendidos.
Neville dejó escapar una leve sonrisa, mientras desenvolvía el chocolate.
- Gracias, Theresa... ¿Quieres el cromo, Harry? Tú los coleccionas, ¿no?
Mientras Neville se alejaba, Harry miró el cromo de los Magos Famosos.
- Dumbledore otra vez -dijo-. Él fue el primero que...
Bufó. Miró fijamente la parte de atrás de la tarjeta. Luego levantó la vista hacia los demás.
- ¡Lo encontré! ¡Encontré a Flamel!
Luego, leyó en voz alta lo que la tarjeta decía. Más tarde, Hermione volvió con un libro enorme.
- ¡Nunca pensé en buscar aquí! Lo saqué de la biblioteca hace semanas, para tener algo ligero que leer.
- ¿Ligero? -dijo Ron.
- Nicolás Flamel -leyó con tono teatral-. es el único descubridor conocido de la Piedra Filosofal.
- El perro debe estar custodiando la Piedra Filosofal de Flamel. Es una piedra que convierte en oro y hace que uno nunca muera -dijo Theresa.
- ¡No es raro que Snape la busque! Cualquiera la querría.
El partido de quidditch llegó. Todo el mundo estaba allí, incluso Dumbledore.
- Nunca había visto a Snape con esa cara de malo -dijo Ron a las chicas-. Mira, ya salen. ¡Eh!
Alguien había golpeado a Ron en la parte trasera de la cabeza. Era Draco.
- Oh, perdón Weasley. No te había visto.
Sonrió burlonamente a Crabbe y Goyle.
- Me pregunto cuánto tiempo durará Potter en su escoba esta vez. ¿Alguien quiere apostar? ¿Qué me dices, Stone?
Theresa lo miró sorprendida, pues nunca la había llamado por su apellido, ni siquiera delante de sus amigos. Notó que se le humedecían los ojos, y apartó la vista del rubio.
- ¿Sabéis por qué creo que eligen a la gente para la casa de Gryffindor? -dijo Draco en voz alta unos segundos más tarde-. Es gente a la que le tienen lástima. Por ejemplo, está Potter, que no tiene padres, luego los Weasley, que no tienen dinero... Y tú, Longbottom, que no tienes cerebro.
Neville se puso rojo y se volvió en su asiento para encararse con Draco.
- Yo valgo por doce como tú, Malfoy -tartamudeó. Draco, Crabbe y Goyle estallaron en carcajadas.
- Así se habla, Neville -intervino Theresa.
- Longbottom, si tu cerebro fuera de oro serías más pobre que Weasley, y con eso te digo todo.
- Te prevengo, Malfoy... Una palabra más... -decía Ron sin quitar la vista del partido.
- ¡Ron! -dijo de pronto Theresa-. ¡Harry...!
- ¿Qué? ¿Dónde?
Harry había salido en un espectacular vuelo, que arrancó gritos de asombro y vítores entre los espectadores.
- Tenéis suerte, Weasley, es evidente que Potter ha visto alguna moneda en el campo -oyó Theresa que Draco decía, pero decidió no prestarle atención. No podía apartar la vista de Harry.
El azabache subió el brazo con gesto de triunfo y la mano apretando la snitch. Las tribunas bullían. Aquello era un récord.
- ¡Ron! ¡Ron! ¿Dónde estás? ¡El partido ha terminado! ¡Hemos ganado! ¡Gryffindor es el primero! -las chicas bailaban en sus asientos.
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treat you better;
FanfictionTheresa conocía a Draco desde que eran unos niños, se habían criado juntos. En Hogwarts, los seleccionaron para casas separadas, pero eso no frenó la amistad que se tenían, o eso creía Theresa. En su casa, conoce a Harry Potter y Fred Weasley, unos...