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Cuando, en la habitación de los gemelos, la señora Weasley la zarandeó para despertarla, a Theresa le pareció que acababa de acostarse.

- Es la hora de irse, Tessa, cielo -le susurró.

Theresa se sentó en la cama. Fuera todavía estaba oscuro. A los pies del colchón vio dos formas grandes y despeinadas que surgían de sendos líos de mantas.

- ¿Ya es la hora? -preguntó Fred, más dormido que despierto.

Se vistieron en silencio y luego, bostezando, los tres bajaron la escalera camino de la cocina. Harry y Ron ya estaban allí.

- ¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy? -preguntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

- Van a aparecerse -dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo-, así que pueden dormir un poco más.

- ¿Por qué no podemos aparecernos nosotros también? -preguntó Fred malhumorado.

- Porque no tenéis la edad y no habéis pasado el examen -contestó bruscamente la señora Weasley-. ¿Dónde se han metido Ginny y Hermione?

Salió de la cocina y la oyeron subir la escalera. Theresa se centró en su enorme cuenco lleno de gachas hasta rebosar y se lo comió mientras oía de fondo la conversación que los demás tenían sobre la aparición.

Se oyeron unos pasos y Hermione y Ginny entraron en la cocina, pálidas y somnolientas.

- ¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? -preguntó Ginny, frotándose los ojos.

- Tenemos por delante un pequeño paseo -explicó el señor Weasley.

- ¿Paseo? -se extrañó Harry-. ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

- No, no, eso está muy lejos. Sólo hay que caminar un poco...

- ¡George! -exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltando a todos.

- ¿Qué? -preguntó George, en un tono de inocencia que no engañó a nadie.

- ¿Qué tienes en el bolsillo?

- ¡Nada!

- ¡No me mientas! ¡Accio! -dijo la señora Weasley apuntando con la varita al bolsillo de George. Salieron de él varios objetos pequeños de colores brillantes y se fueron volando hasta la mano de la señora Weasley.

- ¡Os dijimos que los destruyerais! ¡Os dijimos que os deshicierais de todos! ¡Vaciad los bolsillos, vamos, los dos!

Fue una escena desagradable. Los gemelos habían tratado de sacar de la casa tantos caramelos como podían, y la señora Weasley tuvo que usar el encantamiento convocador para encontrarlos todos.

- ¡Accio! ¡Accio! ¡Accio! -fue diciendo, y los caramelos salieron de los lugares más imprevisibles. Incluso la mochila de Theresa se abrió y salieron dos bolsas llenas de caramelos.

- ¡Tessa! -exclamó la señora Weasley- ¿Tú también?

- ¿Qué? ¡No! ¡Los han metido ahí sin decirme nada! -acusó a los gemelos señalándolos con el dedo y con el ceño fruncido.

- ¡Hemos pasado seis meses desarrollándolos! -le gritó Fred a su madre.

- ¡Ah, una bonita manera de pasar seis meses! ¡No me extraña que no tuvierais mejores notas!

El ambiente estaba tenso cuando se despidieron. La señora Weasley aún tenía el entrecejo fruncido cuando besó la mejilla a su marido, aunque no tanto como los gemelos, que se pusieron las mochilas a la espalda y salieron sin dirigir ni una palabra a su madre.

treat you better;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora