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Después del desastroso episodio de los duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a clase seres vivos. Se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía. Casi siempre sacaba a Harry para que lo ayudara a representar aquellas memorias, y el chico no estaba muy contento con ello.

Una de las clases acabó con el sonido del timbre. Lockhart dejó que saliéramos. Harry volvió al fondo de la clase, donde lo esperaban Ron, Hermione y Theresa.

- ¿Listos? -preguntó.

- ¿Para qué? -dijo Theresa, confundida.

- Espera que se hayan ido todos -dijo Hermione-. Vale, ahora.

Se acercó a la mesa de Lockhart con un trozo de papel en la mano.

- Esto... ¿Profesor Lockhart? -tartamudeó Hermione-. Yo querría... sacar este libro de la biblioteca. Sólo para lectura preparatoria -le entregó el trozo de papel mientras temblaba-. Pero el problema es que está en la Sección Prohibida, así que necesito el permiso por escrito de un profesor. Estoy convencida de que este libro me ayudaría a comprender lo que explica usted en Una vuelta con los espíritus malignos sobre los venenos de efecto retardado.

- ¡Ah, ese libro...! -dijo Lockhart, cogiendo la nota de Hermione y sonriéndole-. Creo que es mi favorito. ¿Te gustó?

- ¡Sí! -chilló Hermione, emocionada. Theresa tenía ganas de vomitar.

- Bueno, estoy seguro que a nadie le parecerá mal que ayude un poco a la mejor estudiante del curso -dijo Lockhart afectuosamente, sacando una pluma de pavo real. A Theresa le pareció preciosa-. Sí, es bonita, ¿verdad? -dijo, al ver la expresión de Theresa-. Normalmente la reservo para firmar libros.

Garabateó una florida firma sobre el papel y se lo devolvió a Hermione.

- Así que, Harry -dijo Lockhart, mientras Hermione plegaba la nota con dedos torpes y se la metía en la bolsa-, mañana se juega el primer partido de quidditch de la temporada, ¿verdad? Gryffindor contra Slytherin, ¿no? He oído que eres un jugador fundamental. ¡Vaya, señorita Stone, enhorabuena por entrar al equipo! -Theresa asintió, con una leve sonrisa-. Yo también fui buscador. Me pidieron que entrara en la selección nacional, pero preferí dedicar mi vida a la erradicación de las Fuerzas Oscuras. De todas maneras, si necesitarais unas cuantas clases particulares de entrenamiento, no dudéis en decírmelo. Siempre me satisface dejar algo de mi experiencia a jugadores menos dotados...

Harry y Theresa hicieron un ruido indefinido con la garganta y luego salieron del aula a toda prisa, detrás de Ron y Hermione.

- Es increíble -dijo ella mientras los cuatro examinaban la firma en el papel-. Ni siquiera ha mirado de que libro se trataba.

- Porque es un completo imbécil -dijo Theresa-. A propósito, ¿para qué lo queréis?

Los tres chicos se miraron entre ellos.

- ¡No es un completo imbécil! -chilló Hermione, cambiando de tema.

- Ya, porque ha dicho que eres la mejor estudiante del curso...

Theresa miró a Harry y este comenzó a andar hacia la biblioteca. La chica negó con la cabeza y cogió el camino contrario, con ganas de llorar. Como por arte de magia, y nunca mejor dicho, Draco Malfoy apareció frente a ella, flanqueado por Crabbe y Goyle.

- Aparta de mi cam... -empezó a decir el chico-. Oh, Tess, eres tú -se corrigió. La chica asintió, limpiándose las lágrimas-. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? -preguntó-. Fuera -les dijo a sus gorilas y estos se perdieron de la vista de la chica.

- Estoy... bien -dijo hipando. Draco negó con la cabeza.

- No seas tonta, cuéntame. ¿Quieres ir a la torre de Astronomía? -dijo agarrándole la mano. Theresa asintió y los dos juntos caminaron hasta su torre. Al llegar, el chico la miró invitándola a hablar.

- Harry y los demás me ocultan algo -soltó la chica, sorprendiéndose a sí misma. Sabía que estaba hablando con el "enemigo", pero en ese momento lo necesitaba.

- ¿Algo? ¿Qué clase de algo? -dijo con el ceño fruncido.

- Esa es la cosa, que no lo sé.

- Seguro que piensas que san Potter es el heredero de Slytherin -rió Draco-. Créeme, no lo es.

- ¿Tú sabes algo? -preguntó la chica, sorbiendo sus mocos.

- Si lo supiera, te lo diría -sonrió Draco mirándola a los ojos-. Te echo de menos.

- Yo también, Draco, pero no podemos ser amigos, ya no -lloró de nuevo.

- Podemos vernos aquí, nadie viene nunca -sugirió. Theresa suspiró.

- Está bien, Draco, pero no te vuelvas a pasar -rió y le dio un abrazo al chico. Ambos se quedaron un rato conversando de todo lo que se habían perdido, y luego de unas horas, bajaron de la torre.


- Nos vemos pronto, ¿sí? -dijo Draco sonriente. La chica lo miró y pensó como una personalidad tan dulce podía estar escondida en una fachada tan malvada. Theresa asintió y sonrió cuando el chico la rodeó con sus brazos. Se quedaron un rato así, disfrutando el momento. Hacía tanto tiempo que no eran sólo ellos dos.

- Hasta luego -le dio un beso en la mejilla y se fue trotando hasta la sala común de Gryffindor. En uno de las esquinas, sintió un brazo sobre su muñeca, en un fuerte agarre.

- ¿Qué hacías con ese? -preguntó Fred Weasley, con el ceño fruncido. No soltaba su agarre y la estaba empezando a lastimar.

- ¿De qué hablas? -intentó zafarse pero lo único que hacía era que el pelirrojo apretara más.

- Te he visto con el niñato Malfoy. A pesar de todo, ¿sigues con él? Se metió con mi familia, tu familia -le recriminó a la chica, apretando más el agarre en su muñeca.

- Él no es así en realidad, sólo necesita cariño -dijo, sin quitar la vista de sus ojos azules.

- ¡Oh, claro! Y para eso estás tú, ¿no? Para darle todo el cariño que necesite, como siempre -escupió, sin dejar de apretar. La chica ya no podía aguantar más.

- ¡Suéltame, idiota! ¡Me estás haciendo daño! -se zafó de su agarre y vio que tenía marcas en su muñeca. Seguramente tardarían unos días en irse.

- Tessa, yo...

- No, Fred, ya. Te entiendo, pero yo no soy tuya, y no vas a decirme qué puedo o no hacer. La pelea es entre vosotros y él, yo no formo parte de ella. Ahora, si me permites, voy a mi habitación, a ponerme hielo en la muñeca -dijo sin siquiera mirarlo y se dio la vuelta, ahora sí, entrando por el retrato de la señora Gorda y yendo a su dormitorio. Hermione ya estaba ahí. La chica tampoco la miró, estaba harta de todos por hoy.

- ¿Qué te ha pasado? -le preguntó Hermione al ver los moratones en su mano.

- Un patán -contestó entre dientes. No quería hablar con ella. Se puso un poco de hielo envuelto en un trapo y se acostó en la cama.

- Tessa, ¿quieres que te cuente...? -empezó a decir la castaña.

- No. No quiero que me cuentes. Ya sé lo que queréis hacer. Lo sé desde que vi que queríais Moste Potente Potions. Créeme, Hermione, no va a salir bien. Draco no es el heredero de Slytherin.

- Eso no lo sabemos -la cortó Hermione. Theresa dio por acabada la conversación. Se puso el pijama con cuidado y se durmió. Mañana sería un nuevo día, y esperaba que tuviera mejor la muñeca, porque si no no podría jugar al quidditch.

treat you better;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora