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El día de Nochebuena llegó. La madre de Theresa le había comprado un vestido precioso de color blanco. Los Malfoy vendrían a cenar a casa de los Stone, así que Theresa estaba un poco nerviosa.

- Su madre dice que debes bajar, los señores Malfoy están a punto de llegar -le dijo la elfina doméstica. Theresa asintió.

- ¿Podrías ponerme los pendientes? -le pidió. La elfina asintió y se los colocó. Ya se escuchaba jaleo en el piso de abajo. La elfina desapareció y Theresa salió de su habitación para bajar las escaleras.

Allí se encontró con sus padres, con Lucius, Narcissa y Draco, el cual iba en una preciosa túnica de gala negra.

- ¡Estás preciosa! -le piropeó Narcissa, dándole un cálido abrazo.

- Estás espectacular, Cissy, me encanta el vestido -dijo sincera Theresa. Se acercó a Lucius y le dio un leve abrazo, no tan cálido como el de Narcissa-. Me alegro de verte, Lucius -sonrió.

- Igualmente, querida -contestó y se puso a hablar con el señor Stone. Theresa miró a Draco y le dio un abrazo.

- Estás muy guapa -le susurró éste, y la chica se sonrojó.

- Digo lo mismo de ti -dijo mirándose los pies. Draco rió divertido.

- Vamos a comer -anunció la señora Stone y todos se dirigieron a la mesa del comedor. Entablaron una breve conversación antes de que los platos aparecieran en la mesa. Theresa comenzó a comer, siempre guardando sus modales, a diferencia de cómo lo hacía en Hogwarts.


- Y ¿qué tal os va en la escuela? He oído que has quedado en Gryffindor, Theresa -dijo Lucius, y la chica batalló un poco para poder tragarse el pedazo de pollo.

- Oh, es cierto. He sido seleccionada para Gryffindor. Las materias son bastante fáciles y me va muy bien, supongo que igual que a Draco -se dio cuenta enseguida de que la había fastidiado. Draco le pisó el pie bajo la mesa.

- ¿Supones? ¿No habláis? -preguntó la madre de Theresa, con voz un poco chillona.

- Claro que hablamos, pero tenemos tantos temas de los que hablar que a veces se nos olvida comentarnos los resultados académicos, ya sabe. Además, estamos juntos en algunas clases, por lo tanto sabemos como va el otro en esa materia -se adelantó a contestar el rubio, con tanta facilidad para mentir que Theresa se sorprendió. Pudo ver en su madre un brillo en los ojos escuchando hablar con tanta fluidez al chico. Y era verdad, Draco podría encandilarte simplemente con un buenos días.


Después de eso, la cena avanzó normal. Habían decidido que los Malfoy se quedarían a dormir, para por la mañana abrir juntos los regalos.


- ¿Queréis dormir en la misma habitación, como de pequeños? -les preguntó la señora Stone. Theresa se sonrojó.


- Me parece bien -contestó por ella Draco. Entonces ambos subieron a la habitación de Theresa, donde había aparecido otra cama a pocos metros.


- Voy a ponerme el camisón... -informó la chica y se metió al baño para cambiarse. Salió y Draco ya estaba sentado en la cama.


- Vaya, no parece muy cómodo para dormir, ¿o sí? -preguntó el rubio, mirándola.


- Bueno, es más cómodo un pantalón, desde luego -se encogió de hombros-. Aunque ya estoy acostumbrada.


Draco asintió y ambos se metieron bajo las sábanas de sus respectivas camas. Se llevaron varios minutos en silencio, hasta que Draco habló.


- ¿Te lo pasas bien con ellos?

- ¿Qué? -preguntó Theresa sin entender.

- Con ellos. Ya sabes, Potter, Granger, los Weasley... -susurraba.

- Oh, sí. Con los gemelos es imposible que te aburras nunca, Ron siempre te hace reír con sus tonterías, Hermione es la mejor amiga que nunca he tenido y Harry te hace ver el mundo de una manera... diferente -dijo, mirando al techo.

- Te gusta, ¿verdad? Potter.

- ¿Qué dices? Claro que no. Es... un gran amigo.

Hubo un rato de silencio, de nuevo.

- ¿Tú te lo pasas bien con las serpientes?

- Bueno, es agradable. Crabbe y Goyle siempre están cuando hacen falta, Pansy hace todo lo que le digo y Blaise es como mi mejor amigo, aunque no se lo demuestro nunca. Son buena gente, al menos conmigo. No se qué pensarán ellos de mí -contestó, suspirando.

- Desearía que las cosas fueran diferentes, ¿no crees? Que no hubiera rivalidad entre las casas, que todos nos lleváramos bien...

- Queda mucho para que eso pase, Tessa. Buenas noches -dijo y no se volvió a hablar más. La chica apagó la luz y ambos se quedaron dormidos.


Al día siguiente, se despertaron emocionados por los regalos de Navidad. Sus padres ya estaban en el salón. El árbol estaba repleto de paquetes, y en el tiempo del desayuno, varias lechuzas trajeron más paquetes. Theresa mandó a su lechuza con todos los regalos para Harry, Ron, Fred, George, Lee y Hermione.

Luego de desayunar, los chicos con sus padres se pusieron junto al árbol, dispuestos a abrir los paquetes. Primero, los Stone repartieron los suyos.

- Éste para Draco -dijo el señor Stone, regalándole unos gemelos para los smokings y un kit de mantenimiento para escobas valorado en 1000 galeones. Theresa le regaló un colgante con una T, una foto de ambos cuando eran pequeños y diez plumas de azúcar, sus favoritas.

- Éste para nuestra pequeña Tessa -dijo Narcissa, entregándole a la chica una pequeña caja en la cual había un anillo, el anillo de los Malfoy. También un precioso vestido plateado, que tenía pensado utilizarlo para una ocasión especial. Draco le obsequió una pulsera de oro, con la palabra Draco grabada en ella y tres cajas de ranas de chocolate.

Luego, Theresa y Draco se quedaron solos en el salón abriendo los regalos de sus amigos. Ron le había regalado a la chica una caja de grajeas de todos los sabores y una pluma nueva. Hermione le regaló un colgante de un león junto a una foto de ambas, la señora Weasley le regaló un jersey verde con una T amarilla en el centro, que le encantó a la chica y automáticamente se lo puso. Harry le regaló unas instrucciones copiadas con su letra a mano de un hechizo para alisarse el cabello que le pareció interesante a Theresa y una pulsera de plata con un dije de una H, que Draco miró con recelo. También, Fred y George le regalaron muchísimas golosinas, una foto de los tres haciendo tonterías y un colgante con una snitch. Además de eso, Fred le escribió una carta diciendo cuánto la echaba de menos, adjuntada con una foto de ellos dos en la cual el chico besaba la mejilla de la chica. Sorprendida, abrió el último regalo, en el cual Hagrid le había regalado una especie de harmónica, tallada a mano. Le pareció un detalle precioso y agradeció a su instinto por haberle enviado un pequeño regalo a él y un filete crudo para Fang, su perro.


Emocionada, empezó a escribir cartas de agradecimiento a todos sus amigos, y colocó las fotos que les habían regalado en su pared. Estaba muy agradecida de tener tantos buenos amigos. Se colocó el collar de Hermione, las pulseras que Draco y Harry le habían regalado, también el collar de los gemelos todo esto acompañado del suave jersey Weasley, que a su madre le pareció un detalle muy bonito y se sintió mal por no haberles mandado nada a los Weasley, a lo que la chica le respondió que aún estaba a tiempo.

Estas habían sido, sin ninguna duda, las mejores navidades de su vida, y no podía esperar a volver a Hogwarts para abrazar a sus amigos.


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