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El verano no estaba siendo nada extraordinario hasta el momento. Como siempre, los Malfoy visitaban la mansión Stone día sí y día también. Theresa se sentía muy incómoda al tener que tomar el té junto a Draco.

El chico actuaba como siempre, exageradamente cortés con los señores Stone, tratando a Theresa como una princesa frente a los mayores, y poniendo verde a Dumbledore junto a su padre. Eso sí, cuando Draco y Theresa estaban solos, el chico se comportaba inusualmente extraño.

Theresa tenía la sensación de que Draco sabía sobre el beso que Fred le dio hace apenas dos meses en el expreso de Hogwarts, porque el rubio no paraba de hablar sobre el gemelo. Theresa intentaba evadir el tema, igual que lo había hecho epistolarmente con Fred, pero sabía que dentro de poco debía dar la cara, por lo menos con el pelirrojo.

En ese momento, Theresa estaba en un banco del jardín de la mansión Stone, con Draco sentado a su lado. El chico había crecido mucho más que el año pasado, y había madurado mucho más, también, a pesar de que seguía con los mismos ideales, no cogía un berrinche cuando su papi no le daba lo que él quería. Simplemente lo conseguía por su cuenta.

- ¿Vas a ir a los Mundiales? -le preguntó Draco, alisándose su pantalón de vestir negro.

- Sí, con los Weasley -dijo Theresa y Draco hizo una mueca de asco.

- Con las fotocopias -escupió.

- Ya basta, Draco, ¿qué problema tienes? -la chica se levantó de una patada.

- Oí a uno de ellos contarle al otro que te había besado en el tren -dijo con desprecio-. Ni siquiera me molesté en ver quién de los dos lo había dicho. Tampoco podría distinguirlos.

- No te interesa lo que yo haga o deje de hacer -lo miró a los ojos.

- ¿Ah, no? Me besas y luego lo besas a él -bramó levantándose del banco. Theresa tuvo que alzar la cabeza para mirarlo. Le sacaba dos palmos de estatura.

- Yo no te he besado en ningún momento, Malfoy -dijo la chica cruzándose de brazos-. Fuiste tú que te molestaste porque te dejé en ridículo frente a tus amigos y los míos, simplemente eso.

- Te aseguro que te arrepentirás de no venirte conmigo, Tessa.

- ¿Qué?

- Yo solo digo -se encogió de hombros y se metió dentro de la casa. Theresa suspiró agotada. Sólo faltaban dos semanas para volver a Hogwarts.

Entró en la casa y la mesa ya estaba lista para empezar a comer. Theresa estaba a punto de meterse en la boca una cucharada de pollo asado cuando un búho algo viejo entró por la ventana. Errol. Theresa se levantó de un salto y le quitó el sobre del pico, dándole un cuenco con agua para que se recuperara. Errol era el búho de los Weasley. Muy viejo y algo torpe.

- Tessa, querida, es de mala educación levantarse de la mesa antes de terminar -la reprimió su madre. Theresa murmuró unas disculpas y se dirigió a su asiento de nuevo, junto a Draco, y empezó a leer la carta.

- Es de los Weasley, madre -dijo sonriente. Oyó un gruñido de parte de Lucius.

- Léela en voz alta, cielo -dijo su padre.


Estimados señor y señora Stone:

Como Theresa les habrá dicho, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el próximo lunes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de conseguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

Espero que nos permitan llevar a Theresa al partido, ya que es una oportunidad única en la vida. Nos encantaría que Theresa pudiera quedarse con nosotros lo que queda de vacaciones de verano y acompañarla al tren de Hogwarts.

Espero que estén todos bien. Nuestra casa siempre estará abierta para ustedes y me parecería genial que vinierais una tarde para tomar el té y charlar.

Esperando ver pronto a Tessa, se despide cordialmente

                                                                                                                  Molly Weasley


- ¿Y bien? -dijo Theresa.

- Claro que puedes ir, cielo. Cuando termines de comer prepararás tu baúl.

Theresa sonrió y se acabó la comida más rápido que nunca, aunque repitió ración de pato aliñado.

- Llévate a Draco contigo arriba, Tess, nosotros tenemos que hablar de algo -le dijo su padre. Theresa asintió y subió por las escaleras hasta las habitaciones, con Draco detrás. Los dos se metieron en el dormitorio de la chica y automáticamente, Snow se abalanzó sobre el rubio.

- Te adora -rio Theresa al ver como el pequeño gato blanco se restregaba entre las piernas de Draco. El chico lo cogió en sus brazos y lo acarició algo torpe.

- Es extraño -dijo divertidamente. Theresa rodó los ojos y puso su baúl abierto sobre la cama.

Metió las túnicas del curso, ropa muggle y todos los libros que iba a necesitar. Media hora después, ya había terminado. Dejó el baúl en el suelo y se tumbó en la cama, haciéndole un ademán a Draco para que se tumbara junto a ella.

Los dos se quedaron un rato así, tumbados en la enorme cama de la chica, mirando al techo en silencio. Theresa se estaba quedando dormida, hasta que sus ojos se cerraron completamente y no escuchó nada más.

Despertó por unos golpes en la ventana. Miró a su derecha y Draco ya no estaba. En el alféizar, una lechuza pequeña, gris y cubierta de plumas tenía en el pico un sobre que era el doble de su tamaño. Era la lechuza de Ron. Pero la letra era de Fred.


Tessa: ¡MI PADRE HA CONSEGUIDO LAS ENTRADAS! Aunque eso ya lo sabes, pues mi madre le ha escrito a tus padres comentándoselo. Irlanda contra Bulgaria, el lunes por la noche. He querido enviarte esta nota por medio de Pigwidgeon, la lechuza de Ron, ya que Errol debe estar todavía recuperándose del viaje a tu casa. Hermione llega esta tarde. ¿Podrías venir tu también hoy? Te estaré esperando en la chimenea. Puedes venir a la hora que quieras. Percy ha comenzado a trabajar en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional. No menciones anda sobre el extranjero mientras estés aquí a menos que quieras que te mate de aburrimiento.

Hasta después,

                                                                                                           Fred.

Postdata: Tenemos una conversación pendiente.

Postdata 2: Saludos de George.


Theresa miró su reloj. Las cinco en punto. Probablemente Hermione ya estaría en La Madriguera. Cogió su baúl y bajó a la sala, donde sus padres la miraban confundidos.

- Me ha escrito Fred, por si podía irme hoy. Hermione ya está allí -informó Theresa.

- Está bien, Tess, nos vemos en Navidad -sus padres la abrazaron y Theresa se metió en la chimenea. Apareció en casa de los Weasley. Fred y George estaban en el sofá y se levantaron apresuradamente cuando la vieron llegar.

- ¡Hola! -exclamó Theresa con una sonrisa radiante. George se limpió una lágrima imaginaria.

- La pequeña Tess ya está creciendo -dijo mirándola. Theresa le dio un zape en el hombro.

- Idiota -rio. Notaba la mirada de Fred sobre ella. El pelirrojo iba a hablar cuando se oyeron unos pasos por las escaleras.

- ¡Tessa! -dijo Ron acercándose a ella y dándole un efusivo abrazo que hizo que se tambalearan. Theresa miró por encima del hombro de Ron y vio a Hermione sonriendo ampliamente.

- ¡Ron! ¡Herms! -los abrazó a los dos.

Después de eso todo se resumió en besos, abrazos y ponerse al día sobre el verano. Theresa estaba eufórica por ir a los mundiales, apoyando a Bulgaria, por supuesto.


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