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Cuando Dumbledore llegó, mandó a los tres chicos a la enfermería con la señora Pomfrey. A Ron lo dejó más tiempo en observación, mientras que a Hermione y a Theresa simplemente les dio una poción para los nervios, pero las dejaron quedarse allí por esa noche

Los gemelos llegaron a la enfermería y se quedaron con ellos. Cuando todos estaban dormidos, Fred y Theresa estaban juntos en una de las camillas, en silencio. Hasta que una cabellera platinada apareció por la puerta. Era Draco. Theresa se incorporó, alertando al pelirrojo.

- Oh, estás con... éste -ladró Draco.

- ¿Qué quieres? -le espetó la chica. Draco parpadeó ante la rudeza inusual de su ex amiga.

- Me he enterado de lo que ha pasado y venía a visitarte, pero veo que no soy bien recibido aquí...

- No, Malfoy, no lo eres -dijo Fred, tomando la mano de Theresa. Draco fijó la vista en las manos entrelazadas pero se recompuso.

- Bueno, me voy. Ya sabes dónde estoy, Tess, por si quieres algo... -murmuró eso último y la chica tenía ganas de llorar. Draco ya se había ido.

- Vamos a dormir -dijo Theresa antes de que Fred dijera nada. Los dos juntos se acurrucaron y cayeron en un profundo sueño.


Un día después, ya habían salido todos de la enfermería, pero Harry seguía allí y acababa de despertar.

- Oh, Harry, estábamos seguros de que... Dumbledore estaba tan preocupado...

- Todo el colegio habla de ellos -dijo Ron-. ¿Qué es lo que realmente pasó?

Fue una de esas raras ocasiones en que la verdadera historia era aún más extraña y apasionante que los más extraños rumores. Harry les contó todo: Quirrell, el espejo, la piedra y Voldemort.

- ¿Entonces la Piedra no existe? ¿Flamel morirá?

- Sí. ¿Y qué os pasó a vosotros tres?

- Bueno, yo volví -dijo Theresa-, Ron y Hermione estaban listos para marcharnos. Le mandamos la lechuza a Dumbledore y en menos de un pestañeo ya estaba en el tercer piso.

- Dumbledore es un hombre muy especial -dijo Harry.

Después de eso, la señora Pomfrey los echó de la enfermería.



La fiesta de fin de curso llegó. El Gran Comedor estaba lleno, decorado con los colores de Slytherin, verde y plata, para celebrar el triunfo de aquella casa al ganar la copa durante siete años seguidos.

- ¡Otro año se va! -dijo alegremente Dumbledore-. Y voy a fastidiaros con la charla de un viejo, antes de que podáis empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que vuestras cabezas estén un poquito más llena que cuando llegasteis... Ahora tenéis todo el verano para dejarlas bonitas y vacías para el próximo año. Los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con doscientos noventa y dos puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclar tiene cuatrocientos veintiséis y Slytherin cuatrocientos setenta y dos.

Una tormenta de vivas y aplausos estalló en la mesa de las serpientes. Draco Malfoy golpeaba la mesa con su copa.

- Bien hecho, Slytherin. Pero los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta. Así que tengo algunos puntos de última hora para agregar. Sí, dejadme ver... Primero, para el señor Ronald Weasley...

Ron se puso tan colorado que parecía un rábano con insolación.

- ...por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa de Gryffindor con cincuenta puntos.

Las hurras de Gryffindor llegaron hasta el techo encantado.

- Segundo... a la señorita Hermione Granger, por no dejar atrás a los amigos, premio a la casa Gryffindor con veinte puntos.

Hermione enterró la cara entre los brazos.

- Tercero, a la señorita Tessa, Tessa Stone -la chica se sorprendió al ver al director llamarla por su apodo-, por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Fred se abalanzó sobre ella y la abrazó. Theresa estaba llorando.

- En cuarto lugar... al señor Harry Potter por todo su temple y sobresaliente valor, sesenta puntos para Gryffindor.

 El estrépito fue total. Gryffindor tenía los mismos puntos que Slytherin.

- Hay muchos tipos de valentía. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Premio con diez puntos al señor Neville Longbottom.

Los gritos que salieron en la mesa de Gryffindor eran similares a una explosión. Harry, sin dejar de vitorear, dio un codazo a Theresa y selañó a Draco, que no podía haber estado más atónito y horrorizado si le hubieran echado el maleficio de Inmovilidad Total.

- Lo que significa que hay que hacer un cambio en la decoración... -Dumbledore dio una palmada. Los adornos verdes se volvieron escarlata; los de plata, dorados, y la gran serpiente se desvaneció para dar paso al león de Gryffindor.

Aquella fue la mejor noche de la vida de Harry, Theresa, Ron y Hermione. Nunca, jamás, olvidarían aquella noche.



Theresa casi no recordaba ya que tenían que recibir los resultados de los exámenes, pero éstos llegaron. Pasó, al igual que Hermione, con unas notas excelentes. Ambas fueron las mejores del año. Harry y Ron pasaron con buenas notas. Hasta Neville pasó a duras penas.

Y de pronto, sus armarios se vaciaron, sus equipajes estuvieron listos... Todos los alumnos recibieron notas en las que los prevenían para que no utilizaran la magia durante las vacaciones.

- Siempre espero que se olviden de darnos esas notas -dijo con tristeza Fred.

Subieron al expreso de Hogwarts, charlando y riendo, mientras el paisaje se volvía más verde. Se quitaron la ropa de mago y se pusieron camisas y abrigos... Y bajaron en el andén nueve y tres cuartos de la estación King Cross.

Tardaron un poco en salir del andén. Fred llevaba su baúl y el de Theresa, a pesar de que la chica batallaba para que no fuera así.

- Tienes que venir a pasar el verano conmigo -le dijo el chico-. Te enviaré una lechuza.

- Me encantaría -dijo Theresa. La gente los empujaba mientras se movían hacia la estación, volviendo al mundo muggle. Los dos se encontraron con Ron, Harry y Hermione. Ésta última miró a Theresa con una mirada pícara. Los seis, junto a George, llegaron con la señora Weasley.

- ¿Un año movido? -les preguntó.

- Mucho -dijo Harry.

- Muchas gracias por el jersey, señora Weasley -le dijo Theresa, señalando el jersey que llevaba puesto, con una T enorme en el centro.

- Oh, no fue nada...

- ¿Ya estás listo? -oyeron una voz seca a sus espaldas. Era un hombre con el rostro púrpura, con bigote y con aire furioso. Detrás de ese señor, había un niño gordo y una mujer destartalada.

- ¡Usted debe ser de la familia de Harry! -dijo la señora Weasley.

- Por decirlo así -dijo-. Date prisa, muchacho, no tenemos todo el día.

Harry esperó para despedirse de sus amigos.

- Nos vemos durante el verano -dijo Theresa.

- Espero que tengas unas buenas vacaciones -dijo Hermione, mirando insegura al tío de Harry.

- Oh, lo serán -dijo Harry con una sonrisa burlona-. Ellos no saben que no nos permiten hacer magia en casa. Voy a divertirme mucho este verano con Dudley...

Y después de eso se abrazaron. Deseando que llegara el nuevo curso.

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