Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza.
Anónimo.
Y así llegamos a casa.
Sentía que mi corazón rebotaba, asemejaba un globo, la sensación era como si volara, parecía ondular, flotar era como mejor se podía definir.
— ¡Mami, buenas!
— Hola mis tesoros.... — con la voz más tierna que alguien pueda escuchar. — ¿Como les fue? — y con el consabido abrazo.
Y claro, el beso que nunca falta.
— ¿Qué crees? — tan alegre como jamás lo había visto. — ¡Ganamos! — y tan dichoso como para no creerlo. — Mientras yo juegue, te garantizo que tendremos el triunfo asegurado. — más orondo no se puede mostrar.
Eso sí, todo lo que dice lo hace sin quitarme la vista.
Pareciera que fuese un continuo halago el que quisiera brindarme siempre.
— Eso es lo que me dices cada que vuelves de tus benditos partidos. — finge no creerle.
Pero como tanto la conocemos, sabemos que solo está simulando.
— Estoy por pensar que no eres como muy.... humilde... ¿estoy en lo cierto? — se calla.
Parece meditar.
Nosotros solo esperamos.
Se coloca un dedo en la barbilla para dar una imagen de estar rebuscando y analizando lo que no va a decir a continuación.
— ¿Será? — vuelve y se enmudece.
Seguimos callados pero sin dejar de mirarnos.
Y al fin se decide.
ESTÁS LEYENDO
LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...