"Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo."
Jorge Luis Borges.
Más que verla llegar, la siento.
La tenue luz que alumbra la estancia solo deja ver las formas mórbidas de su figura, al notar como se mueve una enervante erección me agita de pies a cabeza.
Su modo felino de moverse y el contoneo de las caderas al quitarse la camiseta me dejan enloquecido, estoy acostado bocarriba viendo todo lo que hace, finjo estar dormido, después de desnudarse se acuesta a mi lado y se arrebola contra mi cuerpo.
Cuando su piel me roza, siento una oleada de pasión que apenas si soy capaz de contener, se pega casi fundiéndose en mi alma, me pasa el brazo por mi vientre, recuesta el rostro sobre mi pecho y gime suavemente, deja correr las lágrimas por un largo rato, estas mojan la piel de mi torso, es un llanto compungido, dejo que llore sin intentar consolarla, ni siquiera me muevo, respiro en forma pausada esperando saber a qué ha venido, sospecho lo que busca, a eso viene siempre, a que la quiera, de eso no me deja ninguna duda.
Entonces me dice en un susurro que suena amargo, lastimero.
— Sé que estas despierto, snffff. —sorbe. — Sé que me estas escuchando, snffff. — vuelve y moquea.
También suspira profundo.
Luego se deja escuchar con un tono completamente tembloroso.
— Porque me castigas. — ahora hipa suavecito. — ¿Acaso ya no me quieres? — no le respondo.
Sé que seguirá hablando, necesito saber en sus propias palabras que fue lo que sucedió en realidad.
Y cómo cree que estoy dormido, se que lo va a confesar sin guardarse nada, eso va a ser la verdad de lo que pasó la noche que salió a bailar con los amigos estando allá en la capital.
ESTÁS LEYENDO
LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...