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Uno está enamorado cuando se da cuenta de que esa otra persona es única.

                                                                   Jorge Luis Borges.



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Mucho rato después varios golpes en la puerta consiguen despertarme.

Me levanto presuroso, anhelo fervorosamente que sea ella, siento unos deseos irrefrenables de besarla, de acariciarla, en definitiva de tenerla entre mis brazos.

Abro y al mirarla me extasío con su presencia, me quedo impávido, al detallarle el rostro me encuentro con su increíble sonrisa, esto me despabila de forma casi instantánea, es automático lo que siente mi cuerpo, la invito a que pase, cierro la puerta y la aseguro con el pestillo, cuando me estoy girando escucho su saludo.

— Hola.... — la actitud es de una mujer totalmente enamorada.

Como luce es indudable que el amor le brota haciendo refulgir el brillo en su hermoso ojos azules.

Se muestra menguada, pasiva, incluso parece subyugada, parpadea nerviosa y entrecierra las pupilas.

— Hola nena. — percibo su necesidad

Yo siento que me estoy muriéndome de ansias.

Ni siquiera el sueño fue capaz de apaciguarme.

— ¿No me vas a besar? o ya no te gustan mis besos.... — con un susurro me pone mis vellos de punta.

Apenas su voz llega a mis oídos me agito perceptiblemente.

— Por lo que estoy viendo tú no parece que tengas muchas ganas. — y cuando apenas termino de pronunciarme se lanza hacia mis brazos,

Lo hace con tal ímpetu que me pilla desprevenido.

Caemos sobre la cama, con ella encima.

Nuestras bocas se chocan, el arrebato nos conmina, nuestros besos se vuelven desquiciantes llegando a maltratar nuestros labios, la pasión nos desborda de una manera que casi nos lleva a lastimarnos, lo dejamos pasar, las ganas que de sentirnos se vuelven inaguantables.

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora