Quieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella.
Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...
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El más poderoso hechizo para ser amado es amar.
Baltasar Gracián.
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— ¡Dios, mi vida, quédate quietico, por favor quédate quietico, aaahhhmmmnnn! — Apenas termina de suspirar me suplica.
Mas que un un ruego parece un pedido que le sirve más como un descanso.
— ¡Ahora sí muévete, pero rápido, nene, rápido... rápido, rápido, más, más, más, rápido por el amor de Dios!... ¡mmmnnn... mi amor, aaahhhmmmnnn! — su cantico en mi oído me resuena como música celestial.
Es nuestro primer orgasmo, el primero que sentimos ya como pareja de enamorados sin tener que escondernos ni ante el mundo, ni ante nadie y menos ni ante nada.
La revelación que nuestros padres nos acaban de hacer, nos ha conducido a un estado de felicidad tan infinita, que ahora nuestro sentimiento lo podemos expresar, sin importarnos lo que piensen o lo que hagan el resto del mundo y toda su maldita hipocresía.
— ¡¡¡Te amo, te amo, te amo!!! — a voz en cuello. — ¡¡¡Qué el mundo sepa y que se joda si quiere, porque ya lo podemos gritar sin que a nadie le importe y si nos juzgan lo mismo nos da!!! — El sonido de mis palabras rebota en las paredes, como si tuvieran eco.
Eso nos impulsa a querernos con más ímpetu.
— Al fin siempre has sido que seas mía, nena, Dios lo quiso así, para eso has venido, para que nos amemos hasta que él decida cual es el momento de regresar, porque lo que nos tiene preparado para que nos sigamos amando hasta la eternidad sera tan inefable como lo que estamos sintiendo ahora. — con mi cara atrapada entre sus manos.
Cuando me lo dice, me enternezco hasta las lágrimas, pero hago el mayor esfuerzo para que no me vea llorar.
No puedo con mi llanto cortarle la felicidad que la sobrecoge en este momento.
