Quieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella.
Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...
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Amar a alguien es decirle: tú no morirás jamás.
Gabriel Marciel.
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Han pasa varios meses desde cuando diseñé lo que sería la colección que se vendería en la temporada de fin de año.
Esta se ha comercializado en forma increíble para mi satisfacción y la alegría de toda la familia, comenzando por mis Padres y especialmente de la mujer que hace refocilar cada resquicio de mi alma, mi hermana.
La relación con Layla se ha desarrollado en forma maravillosa-
Más feliz no nos podemos sentir, la cercanía ahora es mejor que nunca, esto ha ido aumentando el amor que ambos nos profesamos, ese es el motivo por el cual me decido a revelarle el secreto de mi nueva profesión.
Comienzo con ella.
Es la que manda en mi vida, la propietaria de mi alma, la dueña de mis pensamientos, la razón más que suficiente para ser la primera saberlo.
Esta confesión va a cambiar el rumbo de nuestras vidas.
La secretaria me autoriza el ingreso a la oficina, allí donde ella me espera emocionada.
Es la primera vez que nos vamos a encontrar en este lugar, hasta ahora voy a conocer el sitio donde ella realiza sus labores como gerente de la empresa más importante de la familia.
Apenas me ve entrar.
— Hola, nene. — es un susurro sugerente pero tan emocionado que no lo puede disimular.
Pre aviso, me va a devorar, de eso estoy más que seguro.
— Hola, cielo. — finjo sentirme despreocupado.
Ella solo me mira, sabe que simulo.
Entiende que me estoy conteniendo, descubre que lo que quiero es saltar y tenderla sobre la mesa y amarla hasta dejarla sin aliento.
