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Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.

                                                                  Bernard Le Bouvier de Fontenelle.

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Mirando como se muestra tan deshecha me decido acompañarla.

— Esta bien, salgamos, vamos a hablar, de por sí ya no hay nada que perder, ve con mi Mamá mientras me baño, dile a que nos vamos por ahí.

— Te espero. — y entonces me dice algo que de una me desconcierta. — Te amo. — es apenas un hilillo de voz.

Está tan sobrecogida que apenas le sale, y eso me enfurece más de lo que aún estaba.

Cuando se intenta girar la tomo por el codo.

— ¡Nunca más me vuelvas a decir así! — y entonces la sacudo. — ¡Te juro que si lo vuelves a repetir, en tu vida nos volveremos hablar! — me imagino que estoy rojo de la furia.

Me detalla con la boca abierta, sinceramente la siento temblar.

— Está bien. — más se encoge.

Está completamente consternada.

— Está bien. — apenas balbucea. — Te espero y.... — y vuelve y se calla.

Tal vez no me quiere seguir provocando, sabe que si lo hace le cumpliré lo que le acabo de gritar.

Me baño despacio, me tomo todo el tiempo del mundo, dejo correr el agua, busco con ello recuperarme, primero de la resaca que me tiene casi muerto, y segundo de la ira que me hace temblar, es una rabia que me desborda, también me tomo el tiempo necesario para vestirme con toda la calma del caso, luego salgo para encontrarme con dos pares de ojos, los unos, acusadores, los otros, temerosos, pero ambos mirándome sin parpadear en ningún momento.

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora