Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.
William Shakespeare.
El amor que Lu que me ofrenda es como una recompensa, es el presente con el que la vida me agasaja por todo lo que le profeso.
Y ahora yo soy la que sigo, al comprenderlo me agito dando un tic de forma inconsciente.
Él por su pasión ni siquiera lo nota.
— Te amo, mi amor. — mientra suspiro se lo voy confesando. — Te amo.
— Layla, ¿qué pretendías, matarme?
— ¿Y si lo quería hacer, qué?
— Uffff.... sería una muerte de fabula.
— Bueno, entonces... — al instante me silencia colocando el indice en mis labios.
— Espera... — con las mejillas abombadas. — Dame un ratico para recuperarme, ¡Dios, ufffff!... — mientras pasa saliva.
Con eso busca humedecer la garganta pues la voz le sale ronca.
Es un trago grande, grande.
Despacito le beso el rostro apenas rozándolo, no quiero incomodarlo, me derrito con su piel, con el sabor, con la tersura.
— ¡Que me acabas de hacer, mmmnnn! — se relame como saboreándose. — ¿Dónde lo aprendiste?
— Talento innato, todos los tenemos. — sonrío mordiéndome el labio.
Las ansias me rebozan, al ver su sonrisa la lujuria me descontrola.
— ¿Qué crees?.... — ahora me los lamo. — ¿Que tú eres el único que nació con ellos?
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...