Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamiento.
Albert Einstein.
Como si sospechara que me fuera a dejar, la tomo entre mis brazos y la beso con toda la pasión que me cabe en el cuerpo, en la mente, en los sentidos, porque lo que estoy sintiendo en este momento es la confirmación exacta que he vuelto a recuperar a la mujer que le da sentido a mi existencia de forma entera, completa, plena.
Entonces la que ahora no se contiene es ella.
— Ohh, Dios, Dios cómo te amo, como te amo, mi vida. — siempre sobre mis labios.
También busca acomodo para restregarse contra mi pubis.
— Como te amo, mi amor, mi amor, mi amor, mi único y verdadero amor. — mi felicidad se reverbera.
Brota por mis poros como si fuera un geiser.
— Soy tan feliz de tenerte conmigo de nuevo que no soy capaz de contener esta emoción que embarga todos mis sentidos, saber que tú me amas como nunca, como siempre, como no lo llegue a pensar jamás, es para mí más que mi felicidad mi completa dicha. — y entonces viene su ofrenda.
Es un presente que nace de su indomable feminidad.
— Quiéreme, mi vida, quiéreme, quiéreme por el amor de Dios, quiéreme, si no te siento creo que me voy a enloquecer, por favor, por favor, quiero sentirte ya, por el amor de Dios, ya, ya. — en impulsivo movimiento me baja el bóxer y como estoy tan excitado por el roce de su piel, toma el falo, se monta y se lo introduce hasta que se llena en lo más hondo de su interno.
El gemido que brota de sus labios se asemeja a una verdadera sinfonía que solo los ángeles la pueden interpretar.
— Oooohhhh, virgen santa, cuanta falta me has hecho, sentirte, oooohhhh, que delicia, que placer, como te siento cariño, oooohhhh, como me llenas, nene, ¿te creció más? ja....hmmmmmmmm.... — y entonces se queda quieta.
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...