Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso...
yo no sé qué te diera por un beso.
Gustavo Adolfo Bécquer.
Luego de apenas volver a nuestros cabales.
— Uffff... — resollamos casi al unísono.
El aire es tan escaso en nuestros pulmones que lo sentimos casi desinflados, por eso asesamos de forma tan desaforada que ella tiene que abombar los carrillos y yo debo boquear como un pez fuera de su ambiente natural.
Ni siquiera soy capaz de respirar como cualquier humano corriente.
— ¿Eres feliz?...
— Tanto como tú porque también lo eres, ¿o no?
— Claro, eres dichoso, ¿cierto? — sin decir nada afirmo moviendo la cabeza.
Entonces dice algo que me desconcierta de manera sorpresiva.
— Gracias, ahora si estoy segura que ambos estamos sintiendo lo mismo.
— ¿Por qué me das las gracias?.... — escucharla me desconcierta.
No lo comprendo, pero ella enseguida me lo aclara.
— Porque verte feliz me colma de una dicha que ni yo misma me lo creo . — al oírla mi desconcierto se aumenta.
— No debes hacerlo, amarte no es ningún sacrifico, al contrario, es una bendición, un premio, un regalo que la vida me da como una especie de compensación tal vez por por cumplir con mi designio.
— Por favor, que tú me ames es lo mejor que me puede pasar en la vida, quizás por eso te adoro más cada día. — y mi felicidad, claro.... también.
Me embeleso con lo que me dice que solo puedo preguntar.
— ¿Tanto así?
— Tanto, que no te lo alcanzas hacer una idea.
ESTÁS LEYENDO
LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...