Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor.
Mario Benedetti.
Cuando estoy en el avión, nunca me imaginé que él se sentaría a mi lado.
Llega alegre, divertido, casi feliz.
¿Tan rápido me olvido?... es lo que me pregunto con un dolor que casi paraliza a mi alma.
Bueno, el cree que le fui infiel, que quería que hiciera, que se matara, me digo desconcertada.
No muestra signos de tristeza, de amargura o de desengaño.
Es muy grande mi tristeza, pero es más inmenso mi pesar.
Cuando me dice que solo seremos hermanos, ahí si me derrumbo.
Lloro todo el viaje y en ningún momento me consuela.
Como ha cambiado, claro, mi supuesta traición le ha borrado todo, en otro momento de nuestra vida me hubiese abrazado, me hubiese besado, me hubiese acariciado, en fin, se hubiese preocupado por cómo me encontraba.
Tal vez hubiese llorado conmigo, así era él, ahora todo eso ha desaparecido.
No me toca, no me habla, no me mira, solo permite que mi cabeza descanse en su hombro, es un gesto de total hermandad.
Cuando me pide la llave de su taller, arruga mi alma, destruya mi vida y arranca mi corazón.
Lo beso con toda la pasión que siento en mi cuerpo.
Ahora soy su hermana, según su decisión y mi maldita estupidez.
Llego a mi cuarto, deshago las maletas, acomodo mis cosas, me ducho, me recuesto, cavilo, el sueño ha desaparecido, la mente me transporta por laberintos intrincados hasta cuando escucho los gritos de Mamá invitándonos a comer.
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...