El amor no sólo debe ser una llama, sino una luz.
Henry David Thoreau.
Estoy de pie, al lado de mi Madre, ella me mira arrobada, tal vez por la forma como voy vestido, luzco impecable para qué negarlo, me he preparado con bastante esmero para este acto tan importante en la vida de ambos.
Los halagos de mi Mamá más que llegarme al corazón, llegan a mi ego.
— Qué bello estas, mi príncipe — con el dorso me recorre las mejillas.
Y con las manos vuelve y me acomoda la corbata.
— Como me alegro de saber que eres el elegido, quiero que recuerdes esto que te voy a decir, pase lo que pase, digan lo que digan, y suceda lo que suceda, siempre serás mi hijo. — ahora simula acomodarme algún mechón rebelde detrás de mí oreja.
No hay ninguno, porque mi cabello fue cortado casi a relés de mi piel, es tan solo un gesto para intentar quitarse el nerviosismo que parece sobrecogerla de pies a cabeza.
— Porque aparte que va ser el esposo de mi hija, también me siento como la mujer que te concibió, por eso te querré con la misma intensidad como la quiero a ella, eso es lo único que deseo tengas presente siempre, hijo de mi alma.
— Gracias Mamá, sabes que por encima de cualquier cosa siempre serás mi Madre y lo serás sin importar cómo sucedieron las cosas, sin tener en cuenta lo que puedan murmurar, porque, antes que nada, y ahora que voy ser el esposo de tú hija, quiero pedirte perdón en este día tan especial.
— ¿Y que te tengo que perdonarte especialmente hoy? cariño. —acunando su mano en mi mejilla.
— Que ya no la podré mirar cómo mi hermana, que ya nunca más la volveré a considerar como tal, la seguiré viendo como tú hija, pero solo la miraré como mi mujer, el vínculo filial ya no existirá, Mamá. — suspiro hondo. — sabes que eso era inevitable, pero también quiero que sepas, que la amo tanto, que solo con pensar que ella va a ser mi esposa, mi esposa, Mamá. — se lo recalco no para que lo entienda, sino para que yo sea el que verdaderamente lo comprenda. — Mi esposa, siento que me estoy enloqueciendo porque no llega, ¿a qué se deberá la demora?
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...