Quieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella.
Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...
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Si no se rompe, ¿cómo logrará abrirse tu corazón?
Khalil Gibran.
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En las primeras horas de la mañana, el ruido que primero llega a mis oídos es una especie de estruendo, es como el sonido que se escucha como cuando un volcán erupciona.
Es tan imprevisto que apenas lo oigo, al instante pego un brinco, mi sobresalto me hace quedar sentado, literal, me asusto, la tranquilidad con la que había dormido, desaparece como por arte de magia, claro, el descanso que había tenido no lo había vivido desde hacía muchísimo tiempo.
Al ser consciente del sitio donde estoy, descubro que ese bendito alboroto no es más que el timbre de la alarma de mi móvil, la cual me está recordando que es hora de levantarme, que debo salir a machacarme con mis ejercicios, que no puedo dejar pasar esas jornadas rutinarias que me he impuesto como una disciplina, para así evitar que mis días se convierta en una pensadera inacabable, todo lo que me ha pasado con esa relación fallida que hasta hace unos días había llevado con mi hermana.
Al ir a suspender ese terrible sonsonete, también descubro que hay un mensaje que me ha enviado Emma.
Le marco de inmediato, lo hago para avisarle que por cuestión de mis prácticas gimnásticas, no puedo acudir a su encuentro de forma inmediata, que quizás por la tarde es cuando quizas le puedo aceptar su invitación, porque terminado con mis ejercicios, enseguida debo seguir con mis quehaceres referentes a los diseños que tengo que terminar, también con el seguimiento a los contratos de asesorías que le presto a varias empresas, las cuales me contrataron para que les supervise como se están cumpliendo con las metas que cada una de ellas se ha trazado, para lograr el éxito en sus objetivos, el aumento de sus inversiones que han hecho en sus negocios.
Después del consabido saludo.
— ¿Qué haces?
— Voy hacer deporte, cuando termine, de una estoy contigo.
