El amor es la llave maestra que abre las puertas de la felicidad, del odio, de los celos, y, sobre todo, la puerta del miedo.
Oliver Wendell Holmes.
Lo que viene a mi mente es un recuerdo de la casi final época de mi media feliz adolescencia.
Digo media feliz, porque en ese tiempo ya comenzaba a descubrir cuál era la clase de sentimientos que le profesaba a esa hermosa chica que ya no miraba como hermana, esa que se convirtió en mí ninfa, esa que ya empezaba a engalanar el jardín que con el que se adornaba mi alma, mi corazón, mi vida.
Comenzaba a descubrir que le profesaba un sentimiento tan arrebatador que me hizo imposible de contenerlo, el cual crecía y crecía como se agranda la llama cuando se quiere apagar con el mismo combustible que la inflama.
Sinceramente traté evitarlo por todos los medio, hice lo que humanamente se podía hacer, busque todo lo que tenía a mi alcance, pero de verdad que todo fue en vano, lo que hice, sin duda que no sirvió para nada.
Me fue imposible conjurarlo.
Al final comprendí que todos lo que hiciera para sacármela de la cabeza, serían esfuerzos inanes intentos fallidos, ímpetus inútiles.
Era la edad donde las hormonas parecían sobre revolucionadas, donde las neuronas simulaban esta adormecidas, pero ella con su infartante presencia, a las primeras las alborotó, a las segundas, las libero, sin ninguna esfuerzo las saco de esa ensoñación sin ni siquiera darme el menor chance, o la más mínima oportunidad de por lo menos prepararme para esa increíble alteración.
Y para mi mayor inri, a las dos las enloqueció.
Haciendo deporte era como apenas medio lograba tranquilizarme, me molía por horas, acudía a toda clase de ejercicios, recurría a los que más esfuerzos me ocasionaban, con eso intentaba por lo menos sacármela de mis pensamientos, pero después de algunas semanas hasta eso ya no me dio ningún resultado, falle de forma estruendosa, porque cuando regresaba y la encontraba en cualquier parte de la casa, el calvario que vivía se me hacía enloquecedor.
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LAYLA Y LU.
RandomQuieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella. Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...