Quieren conocer las pilatunas que a veces nos juega el corazón, bueno pues he aquí una de ella.
Esta es una historia simple, sin muchos aspavientos para volverse inolvidable, a veces enamorarse nos vuelve cursis, quien no ha sentido los estropicios...
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Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.
George Sand.
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Cuando me encuentro con los hermosos ojos turquesa, ella sonríe entre tímida y divertida; es ese extraño gesto que tiene las personas que están nerviosas y al mismo tiempo les divierte la situación que está viviendo en ese momento.
— Mama, vamos a salir. — ella es la que lo dice.
— ¿Para dónde? — pregunta mostrando sorpresa.
Se voltea para mirarnos, es instintiva la forma como lo hace.
— Tenemos una reunión con mi tío, hoy es el día de la presentación del informe final de todo lo que estuvimos haciendo.
— ¿Porque no van después del almuerzo?
— ¿Tu qué dices? — llenándome con su hermosura.
Es impactante lo que me causa cada que la detallo.
— Llamemos a ver qué nos dice y que él sea quien decida.
Esperamos la respuesta.
— ¡Lu ¿que si podemos ir a las dos?! — grita.
Su voz cantarina se expande por la estancia.
Me lo consulta con un tono alto, pero hay un matiz donde todavía vibra por lo que nos acabamos de prodigar.
Yo mando en el trabajo y ella manda en mi corazón, en mi alma.
Ella es mía, pero yo soy mucho más de ella, qué puedo hacer si así son las cosas, no puedo evitarlo, tampoco es mucho lo que me preocupo por cambiarlo, sí así es como nos amamos y así me siento tan feliz para que ponerle tantos peros.
Esa son las consecuencias de amarla tanto, quizás en la misma medida como ella lo hace conmigo.
