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¿Sabe lo mejor de los corazones rotos? Que solo pueden romperse de verdad una vez. Lo demás son rasguños.

                                                                                Carlos Ruiz Zafón.


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— ¡¿Quién es ella?!

— Ah... hola... — suspiro profundo mientras sonrío.

Sé que el gesto es más de burla que de alegría, pero tenerla cerca indudablemente me descompone.

Unas ansias enormes de tomarla y quitarle el maldito vestido que se le pega como un guante, es lo prácticamente me borra la poquita cordura que apenas soy capaz de conservar, eso me lleva comportarme como un maldito.

Si, como un maldito desquiciado, como un perverso insensible, como un frenético indolente, pero a pesar de todo, finjo una serenidad que ni siquiera entiendo y menos llego a comprender.

Pero lo que más me sorprende es como llego a disimularla de forma tan perfecta.

— Yo estoy bien gracias por inter... — y claro, no me deja seguir.

Me interrumpe casi con aullido.

— ¡Déjate de chistes pendejos y respóndeme que no estoy para juegos! — el tono suena amargo.

Y la mandíbula le tiembla, los labios se le mueven como si tiritara de frio, sus ojos ya están encharcados.

Una de las cosas que Layla nunca se ha preocupado por ocultarme son sus lágrimas y por supuesto, eso que está haciendo ahora no es la excepción a la norma.

Y de mi brota el lado irascible que no puedo controlar.

— ¡¿Y de cuando acá tengo que darte explicaciones de lo que hago?!

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora