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El que no ama ya está muerto.

                                                                                Arthur Schopenhauer.


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Estamos acostados en la cama del cuarto de Lu.

Con la reforma construyó una verdadera residencia.

Grande, cama más amplia de la normal, baño con yacusi, ni más faltaba, mini bar, un pequeño estudio, un mirador que da a la calle y rodea el resto del departamento, una coqueta salita donde colocó nuestro inolvidable canapé, un pequeño comedor, una coqueta cocina, una especie de patio con los servicios de lavado y detrás de la habitación, su espectacular taller para sus diseños.

Tiene todos los implementos necesarios para su trabajo como creador de los mejores estilos de calzado para mujer.

Después de cenar, y de ducharnos, estamos recostados reponiéndonos.

Yo estoy sentada sobre sus piernas, desnuda, con un brazo enredado en su cuello, con mis pezones arrebolados por su lengua, mientras su pene se desliza suavemente por mis labios bajos y con mi mano acariciándolo en toda la fortaleza de sus pectorales.

Ya me tiene súper loca por las caricias que me prodiga en todo lo largo de mi intimidad y especialmente en mi centríco del placer.

Se embadurna los dedos y comienza el tratamiento de expandirme, los introduce lentamente, lo hace para evitarme cualquier sufrimiento cuando se endilgue por ahí.

Al tocarme en ese sitio, automáticamente me llevó a las puertas del orgasmo que apenas medio conseguí contenerme.

Primero mete el índice lo hace hasta que siente que entra sin ningún impedimento, después agrega el dedo corazón, con ellos me dilata otro largo rato, desplazándolo hasta donde alcanza lo largo del mismo, enseguida agrega el siguiente, sin nunca dejar de besarme, también acaricia mis pezones, mi vientre, mis muslos, mi clítoris y mete dos dedos por mi entrada de frente, los palpa con los que me tiene por el otro lado y los roza, frotándolos, los cuales son separados por la pequeña membrana que divide mis dos oquedades íntimas.

LAYLA Y LU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora